La ciencia lo tiene cada vez más claro: la obesidad también es cuestión de genes. Justo un año después de que investigadores británicos relacionaran por primera vez un gen -el FTO- con un mayor riesgo de obesidad, un equipo internacional da un paso más al descubrir nuevas variaciones genéticas que hacen que los adultos que las presentan sean hasta 3,8 kilos más gordos que quienes no las tienen.
El estudio que ha llegado a este hallazgo, publicado en 'Nature Genetics', ha sido realizado con muestras de ADN de 90.000 personas que
se han prestado voluntarias para la causa. Gracias a este exhaustivo
análisis, los ciudadanos a partir de ahora pueden echar la culpa de su
exceso de kilos al MC4R, un gen que los autores han descubierto que está detrás de la obesidad.
"Varios grupos ya habían apuntado que algunas variantes en el gen
MCR4 eran responsables de ciertos tipos de obesidad, especialmente la
que afecta a familias enteras. Sin embargo, ahora hemos podido
corroborar este punto y además averiguar nuevas variantes que afectan a
más personas de las que se creía", explica en las páginas de la revista
científica la doctora Ruth Loos, coordinadora de la investigación, en
la que han colaborado 77 instituciones del Reino Unido, EEUU, Francia, Alemania, Italia, Finlandia y Suecia.
En concreto, el equipo ha visto que quienes presentan estas variantes del gen MCR4 pesan una media de 1,5 kg más que el resto.
Si además presentan las variantes del gen FTO, descubierto en 2007, la
diferencia de peso respecto a las personas que no las tienen es de casi
4 kilos (3,8). Por su parte, el perímetro abdominal es 2 centímetros mayor por culpa de estos genes.
Los efectos de estas variantes genéticas son aún más llamativos en los niños.
En un estudio con casi 6.000 pequeños con edades entre los cuatro y los
siete años, los investigadores encontraron que aquellos que tenían las
variantes genéticas pesaban casi dos veces más que los chicos sin estos
genes. Este aumento de peso fue resultado, casi exclusivamente, de un
incremento del tejido adiposo, sin aumento de la masa muscular.
La herencia de los antepasados
La recién descubierta secuencia genética, que se relaciona con la obesidad y también con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, es más frecuente en las personas con antepasados indio-asiáticos que en aquellas con ascendencia europea, según recoge el estudio, que ha sido financiado por la Fundación Británica del Corazón.
"Hasta ahora, conocemos poco sobre el componente genético de las
enfermedades relacionadas con la obesidad, como los trastornos
cardiovasculares o la diabetes", explica el profesor Jaspal Kooner,
otro de los investigadores del Imperial College de Londres. "Encontrar
esta estrecha relación entre una secuencia genética y sus efectos sobre
la obesidad es muy importante, porque nos deja en una buena posición
para identificar a aquellas personas que, por sus genes, son más
propensas a desarrollar patologías coronarias y poner medidas de
prevención", añade Kooner.
"El papel preciso que juegan estas variantes todavía tenemos que
aclararlo, pero esta investigación nos permite empezar a comprender
mejor las consecuencias biológicas que experimentan las personas que
las tienen", dice la doctora Ines Barroso, una de las autoras. Los
investigadores se centrarán ahora en ver cómo las variantes genéticas
afectan a la actividad de la proteína MC4R, que interviene en la regulación del apetito y el consumo de energía.
No obstante, a pesar de su descubrimiento, el equipo destaca que
"aunque la genética puede afectar a la gordura y al índice de masa
corporal, son sólo una parte de la historia: los estilos de vida, el ejercicio y una dieta sana son esenciales para controlar el peso".
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