China declaró el estado de alerta nacional ante un brote de fiebre aftosa humana que ya costó la vida de 22 niños en dos provincias del este, mientras más de 3.000 estarían infectados con el Enterovirus 71 (EV71).
Hasta el momento no se conoce ninguna cura para la enfermedad producida
por este virus intestinal, altamente contagioso, especialmente entre
menores de seis años, que produce fiebres y ulceraciones en manos y
piés.
En casos extremos, los pacientes pueden sufrir daños en el sistema nervioso, corazón y pulmones.
Las autoridades sanitarias temen que el virus haya comenzado a
expandirse hacia el sur, algo que representa un nuevo desafío para
Pekín en momentos en que se prepara para ser sede de los próximos
juegos olímpicos.
Tema delicadoSi bien el brote se declaró en marzo en la ciudad de Fuyang, la
noticia recién se conoció la semana pasada, algo que generó sospechas
sobre una posible sensura por parte de las autoridades locales.
El ministerio de salud de China rechazó las acusaciones
de un mal manejo de la situación, indicando que los equipos médicos
estuvieron trabajando en las provincias de Anhui y Zhejiang intentando
determinar el tipo de enfermedad.
Pero desde que se conoció el caso, el número de niños infectado
creció en forma alarmante y según la Organización Mundial de la Salud,
la cifra todavía puede seguir en aumento hasta llegar a su punto máximo
en junio o julio.
Cerca de mil infantes se encuentran recibiendo ya tratamiento hospitalario, de los cuales 58 estarían en situación crítica.
El caso constituye un tema delicado para China que recibió duras
críticas por la forma en que enfrentó en 2003 la epidemia del Síndrome
Respiratorio Agudo Severo (SRAS).
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