La congelación de tejido ovárico es una solución para las mujeres
jóvenes que deben someterse a quimioterapia y pueden perder la
fertilidad.
La extracción y conservación de tejido ovárico para preservar la
fertilidad en un futuro se presenta como una solución para mujeres
jóvenes que deben someterse a tratamiento por un cáncer. Sin embargo,
los investigadores alertan del riesgo de que el tejido ovárico extraído
esté afectado igualmente por el cáncer, lo que hace necesario
descartarlo mediante las pruebas más avanzadas disponibles cuando la
mujer, ya curada, solicite el autotrasplante para poderse quedar
embarazada.
La conservación de tejido ovárico congelado durante años para luego
poder recuperar la fertilidad perdida por la radioterapia o la
quimioterapia es una técnica considerada todavía como experimental. No
obstante, los avances conseguidos en los últimos años -entre ellos
casos de embarazos y nacimientos- hacen que centenares de mujeres
recurran a ella en la actualidad como seguro para el futuro.
Investigadores israelíes han estudiado a casi 60 mujeres jóvenes
afectadas de distintos tipos de cánceres de la sangre (leucemias y
linfomas) e indican el proceso que se ha de seguir para evitar el
riesgo de que la paciente "recupere" el cáncer cuando reciba el
trasplante, es decir, que el remedio a la infertilidad sea peor que la
propia infertilidad.
Expertos biomoleculares
Lo principal es que los centros de reproducción asistida tengan
conciencia del posible problema y trabajen en colaboración con
especialistas oncológicos y de diagnóstico, explica Dror Meirow, que ha
dirigido el estudio y es uno de los autores de los avances de los
últimos años. "Creemos que es muy importante que los pacientes de
cáncer, los especialistas en fertilidad, los oncólogos y los
hematólogos tengan conciencia de este riesgo. Existen pocos centros de
fertilidad en el mundo que dispongan de los expertos y de la tecnología
necesarios para hacer las pruebas biomoleculares en los tejidos que
indiquen o descarten la presencia de cáncer residual".
Ya antes de extraer el tejido ovárico para su congelación es
preciso descartar la presencia de tumores en la pelvis o de otras
patologías en los ovarios, con pruebas de diagnóstico por imagen. Por
este motivo se descartó la operación en el caso de dos de las 58
mujeres estudiadas por el equipo israelí. En el resto de las pacientes,
que sufrían linfoma de Hodgkin, linfoma no Hodgkin, o diferentes tipos
de leucemia, en cada caso se extrajo el tejido, se examinó al
microscopio para confirmar que era normal y se guardó en dos muestras
diferentes.
De esta forma se dispone de una muestra sobre la que se pueden
realizar las pruebas antes de proceder a la reimplantación o trasplante
de la otra muestra cuando la paciente lo solicite. El tejido de la
primera muestra, destinada al trasplante, se guarda en forma de tiras
de cinco por diez milímetros y entre uno y dos milímetros de espesor.
La segunda, destinada a las pruebas, es un modelo de dos por dos
milímetros y un milímetro de espesor. Los investigadores israelíes
insisten, en su informe publicado en la revista "Human Reproduction",
en que lo importante es hacer las pruebas cuando se vaya a intentar el
trasplante y no antes, dado que se están produciendo continuos avances
en el conocimiento de los marcadores moleculares de los distintos tipos
de cáncer y en la sensibilidad de la tecnología utilizada.
Uno de cinco
En el estudio citado, se hicieron las pruebas en cinco casos sobre
las muestras de tejido descongeladas. En cuatro de ellos no se detectó
cáncer residual en el tejido ovárico y se procedió al trasplante del
tejido guardado. Sin embargo, en el quinto caso -procedente de una
paciente que había sufrido leucemia mieloide crónica-, una prueba muy
sensible de PCR (reacción en cadena de la polimerasa) detectó células
malignas y la paciente renunció al trasplante. Los investigadores
reconocen que no saben cuál es la trascendencia clínica de este
hallazgo, pero se aplicó el principio de precaución.
La infiltración leucémica en los ovarios puede ser submicroscópica
e indetectable por las técnicas habituales, señalan los científicos.
Así pues, los especialistas utilizaron, además de éstas, varios de los
métodos más específicos y sensibles puestos a punto en los últimos años
para la detección del cáncer residual, que se basan en biomarcadores,
asociados a características del sistema inmune, cromosómicas y
genéticas para cada tipo de cáncer.
FERTILIZACIÓN
La conservación de tejido de los ovarios para su futura
reimplantación se está haciendo desde hace unos 10 años. Lo que se
extrae son abundantes folículos primordiales que contienen oocitos
(células precursoras de los óvulos) todavía poco desarrollados. Cuando
se reimplanta el tejido conservado para intentar restaurar la
fertilidad en la paciente curada del cáncer, maduran algunos oocitos y
se liberan como óvulos para su fertilización por los espermatozoides de
la forma habitual.
En los casos de tumores sólidos, resulta más difícil que en las
leucemias descartar la presencia de células malignas en el tejido
ovárico preservado en congelación. En ese caso, una opción es recurrir
a la fertilización "in vitro", intentando extraer óvulos inmaduros y
madurándolos en laboratorio para luego proceder a su fecundación. Los
embriones resultantes se congelarían para su uso futuro en caso de
necesidad. Hay que tener en cuenta que el porcentaje de éxito con estas
técnicas es todavía bajo.
La estrategia de conservar congelado tejido reproductivo de
pacientes de cáncer para uso futuro es aplicable también a los hombres,
aunque el proceso está todavía en las primeras fases de
experimentación. En los hombres se extraería tejido testicular (que
contiene lo espermatogonios) en vez de tejido ovárico, pero los métodos
y los riesgos son muy similares.
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