La erradicación de esta bacteria revierte el daño que podría derivar en cáncer gástrico, según estudios realizados en ratones por investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts.
El
tratamiento oportuno de una infección gástrica común revierte el daño
que podría derivar en cáncer gástrico, según estudios realizados en
ratones por investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts
(MIT).
Estos hallazgos deberían despejar cualquier duda
acerca de si y en qué momento el tratamiento de la infección por
"Helicobacter pylori" puede reducir o eliminar el riesgo de desarrollar
cáncer de estómago. "Concluimos que la erradicación del "H. pylori"
evita el cáncer gástrico sobre todo cuando los antibióticos se
administran en la primera fase de la infección, pero ese tratamiento
administrado tardíamente puede también ralentizar el desarrollo de
lesiones graves que pueden conducir al cáncer", ha explicado el autor
del estudio publicado en “Cancer Research”, James G. Fox, director de la división de medicina comparativa del MIT.
El cáncer de estómago es la segunda causa de
muerte por cáncer en todo el mundo y cerca de la mitad de la población
mundial está infectada por <em>H. pylori</em>, que es
reconocido como una de las causas principales de úlceras pépticas y
cáncer de estómago. Por lo general, el cáncer de estómago tarda varias
décadas en desarrollarse en las personas susceptibles, alrededor del 3%
de las personas infectadas con "H. pylori".
No está claro cuándo los médicos deberían
examinar y tratar a las personas con antibióticos, aparte de los
parientes inmediatos de los pacientes de cáncer de estómago y de úlcera
péptica, o cuándo tratar la infección por H<em>.
pylori</em> para un obtener un máximo beneficio, señala Fox.
El equipo investigador creó ratones propensos a
infección por <em>H. pylori</em> y la progresión al cáncer
de estómago aceleradas. Los autores hallaron que los ratones tratados
con antibióticos tenían enfermedades menos graves en cada etapa de
avance de la infección. Los ratones tratados a las ocho semanas después
de la infección tenían el mismo riesgo de cáncer que los ratones no
infectados. Sin embargo, el tratamiento a las 12 y 22 semanas tras la
infección no revirtió los cambios perjudiciales, como inflamación y
desarrollo de lesiones precancerosas a los niveles observados en
ratones no infectados.
"Nuestro modelo de ratones imita el proceso
progresivo que sabemos tiene lugar en el desarrollo del cáncer gástrico
humano. Este estudio muestra que la intervención precoz proporcina el
máximo beneficio", concluye Fox.
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