La terapia fotodinámica se ha convertido en una nueva vía para el
tratamiento del cáncer, pero su uso no siempre es recomendable. Un
estudio español señala el beneficio en tumores dermatológicos,
principalmente, y en respiratorios y digestivos, en menor medida. En
queratosis actínica y carcinomas basocelulares nodulares es útil, pero
no en melanoma.
Un equipo español coordinado por Ángeles Juarranz, del Departamento de
Biología de la Universidad Autónoma de Madrid, trabaja en las
posibilidades de la terapia fotodinámica (TFD) en el tratamiento del
cáncer, un acercamiento que ha ido ganando relevancia en los últimos
años. El uso de compuestos con propiedades fotosensibilizadoras, que se
activan con la acción de la luz, está permitiendo mejorar el abordaje
de diversos tumores, especialmente dermatológicos. Su trabajo se ha
publicado en Clinical and Translational Oncology.
La
investigación, en la que han colaborado los dermatólogos Pedro Jaén,
del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, y Salvador González, del Sloan
Memorial Kettering Cancer Center, de Nueva York, ha estudiado la
administración tópica o sistémica de compuestos con propiedades
fotosensibilizadoras que se acumulan preferentemente en tejidos
tumorales. La irradiación de estos tejidos con luz visible ocasiona la
formación de especies altamente reactivas de oxígeno, que son las
responsables finales de la destrucción selectiva del tumor.
VentajasLos
autores señalan que los componentes fotosensibilizadores más comunes
suelen ser derivados de porfirinas, moléculas intermediarias
secundarias en la síntesis del grupo hemo. El fotosensibilizante
aprobado por la Agencia Española de Medicamentos es el metil
aminolevulinato.
Juarranz ha explicado a Diario Médico que la
TFD presenta ventajas respecto a tratamientos convencionales. Tiene
escasa toxicidad sistémica, ya que el fotosensibilizador sólo se activa
en presencia de luz; su capacidad de destruir tumores es selectiva, lo
que permite disminuir efectos secundarios sobre otros tejidos, y se
puede administrar en solitario o en combinación con quimioterapia,
radioterapia, inmunoterapia y cirugía.
Los resultados de su
aplicación van desde el retraso en el crecimiento tumoral en cánceres
avanzados a una completa destrucción de la neoplasia. Es útil en
tumores del sistema respiratorio y digestivo, pero sobre todo en cáncer
dermatológico. Concretamente, "la TFD está indicada para queratosis
actínicas (lesiones premalignas) y carcinomas basocelulares nodulares.
En
cambio, en casos de carcinomas celulares escamosos y melanomas no es
útil: mientas en el primero de los casos la penetración de la luz es
imposible, en el segundo la pigmentación provoca que la luz se disperse
y pierda efectividad".
Este acercamiento no sólo presenta
ventajas para el tratamiento. Juarranz ha apuntado que es muy útil para
diagnóstico en tumores de vejiga y, fuera del ámbito oncológico, en
degeneración macular asociada a la edad (DMAE). También podría
utilizarse con fines paliativos en el caso de tumores respiratorios. El
equipo de Juarranz está buscando nuevas vías terapéuticas.
En el
caso de la queratosis actínica han descubierto que la TFD retrasa la
aparición de nuevas queratosis, por lo que su uso "también es reparador
y preventivo". González lo define como "el procedimiento elegido no
sólo para tratar lesiones cutáneas producidas por el sol, sino para
prevenir el cáncer cutáneo fotoinducido". Tras realizar estudios in
vitro con fibroblastos e in vivo con ratones, la terapia se está
probando en pacientes y los resultados iniciales son prometedores.
Una sesión puede tratar varias lesionesSalvador
Gonzalez, del Sloan Kettering Cancer Center, de Nueva York, ha
explicado que una sola sesión de terapia fotodinámica puede servir para
tratar lesiones múltiples: "Por lo general, el tratamiento se realiza
en dos sesiones con una semana de diferencia en el carcinoma
basocelular, mientras que si se trata de una queratosis actínica puede
bastar con una sesión".
Antes de administrar la crema metil
aminolevulinato, el área afectada se prepara para permitir un acceso
óptimo al tejido tumoral y maximizar la penetración de la luz. Aunque
el tipo de preparación depende de la clase de lesión, González ha
precisado que lo más normal es "una eliminación suave de la capa
superficial de la lesión". La crema se aplica en la zona dañada en un
área que abarca entre cinco y diez milímetros de tejido normal
adyacente "para asegurar que se tratan todas las células del tumor, ya
que algunas se pueden presentar dentro de los bordes del tejido
normal". Posteriormente el área afectada se cubre durante tres horas
con un apósito oclusivo permitiendo la absorción del principio activo.
Después
se retira el vendaje oclusivo y el exceso de crema con solución salina
y se ilumina el área afectada bajo luz roja a una distancia de 50 a 70
milímetros. Este proceso de iluminación dura aproximadamente de 7 a 9
minutos. Para finalizar, una semana después de la primera sesión "se
aplicará una segunda sesión para completar el tratamiento basocelular".
Comentarios reservados a usuarios registrados. Por favor ingrese al sistema o regístrese. Powered by AkoComment! |