El codiciado y nuevo objeto de deseo de los falsificadores no es el último modelo de bolso de Louis Vuitton ni la colección de gafas de marca para el verano. En la actualidad, lo más cotizado en este lucrativo negocio son los fármacos. Según datos de la FDA (la Agencia estadounidense para el control de los medicamentos) el número de medicinas falsificadas ha aumentado un 800% entre los años 2000 y 2006.
Tras el último caso que ha salido a la luz, el escándalo de la heparina contaminada
–que causó la muerte de 81 personas-, la Organización Mundial de la
Salud (OMS) alerta de que los fármacos falsificados "suponen un problema creciente y global frente al que hay que tomar medidas".
El porqué alguien podría haber contaminado intencionadamente
un fármaco, como parece que ha ocurrido con la heparina, es algo que
aún no está claro, pero un editorial sobre el tema que publica la
revista 'The Lancet'
apunta algunos de los motivos. Lo primero que destaca es que "el hecho
de que el sulfato de condroitina, la sustancia encontrada, sea
estructuralmente similar a la heparina pero 100 veces más barata puede estar detrás de todo el escándalo".
El mercado negro y las falsificaciones de fármacos, que ponen en
peligro la vida de las personas, no es un argumento de película sino
una realidad cada vez más frecuente. En los países en vías de
desarrollo, donde los sistemas reguladores de los medicamentos son poco
rigurosos o, incluso, inexistentes, se estima que entre el 10% y el 30% de estos productos son falsificados. En concreto, los antimaláricos son los fármacos preferidos por quienes se dedican al negocio.
Los métodos utilizados para adulterar las medicinas varían de unos productos a otros, pero la tiza y las sustancias químicas,
algunas de ellas mortales, son de las más usadas. La OMS señala además
que el problema es cada vez más difícil de combatir, porque los
falsificadores usan técnicas muy sofisticadas que logran pasar sin
dificultad los controles. Los envases y las letras de las medicinas son
tan idénticas a las originales, que a simple vista es imposible
adivinar que se trata de una falsificación.
48.500 millones de euros en juego
El Centro para las Medicinas y el Interés Público de EEUU estima que
la venta de fármacos falsos alcanzará un volumen de negocio cercano a
los 75.000 millones de dólares (unos 48.500 millones en euros) en 2010.
Dado que esta cifra va a animar aún más a los delincuentes que se
dedican a esto, los organismos internacionales se preguntan qué hacer
al respecto.
La Asamblea Mundial de la Salud adoptó una resolución contra la
falsificación de fármacos en 1988 y, sólo en 2006, el organismo
presionó para que la teoría y el compromiso escrito sobre papel se
llevara a la práctica. No obstante, la OMS reconoce que la mayoría de sus estados miembros está haciendo muy poco para acabar con este negocio.
De hecho, en muchos países, la falsificación de medicinas no está
considerada como un delito y, en los casos en los que sí lo es las penas para los culpables son bastante blandas.
Por ejemplo, en el Reino Unido falsificar una camiseta de marca es un
delito que se castiga con una condena mucho mayor que si lo que se ha
falsificado es un medicamento.
La revista 'The Lancet' concluye que las autoridades deberían
trabajar en colaboración con las aduanas, la policía, los científicos,
los profesionales sanitarios, la OMS e, incluso, la INTERPOL, para
mejorar su lucha contra la falsificación. "El compromiso de los
gobiernos en este tema es esencial", dice el editorial.
Asimismo, indica que la industria farmacéutica
también tiene su rol, ya que tendría que bajar los precios de sus
productos en los países más pobres. También recoge que se debería
requerir legalmente a las compañías farmacéuticas que informen a las
autoridades sobre todos los casos sospechosos de falsificación, algo
que en la actualidad es voluntario.
|