La exposición en el útero a químicos comúnmente usados para fabricar desde botellas hasta cajas para pizza programaría a una persona para volverse obesa más adelante en su vida, informaron el miércoles investigadores estadounidenses.
Una serie de estudios en ratones mostró que los animales
expuestos incluso a pequeñas cantidades de químicos durante su
desarrollo eran más gordos cuando crecían que los roedores que
no habían estado en contacto con esos compuestos, señalaron los
autores en el Congreso Europeo sobre Obesidad 2008.
"Estamos hablando de una exposición a niveles muy bajos por
un período finito de tiempo durante el desarrollo", dijo Jerry
Heindel, del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud
Ambiental de Estados Unidos.
"El hecho de que sea en este período de tiempo sensible,
estaría alterando el tejido y haciendo a las personas más
susceptibles a la obesidad", añadió el experto.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que unos
400 millones de personas son obesas, un problema que incrementa
el riesgo de padecer condiciones como la diabetes tipo 2 y la
enfermedad cardíaca.
Estudios previos han relacionado estos químicos, también
hallados en las cañerías, con el cáncer y los problemas
reproductivos, lo que llevó a muchos países a considerar
posibles prohibiciones o límites de los compuestos, indicaron
los investigadores.
Uno de los químicos en cuestión es el llamado bisfenol A,
que se encuentra en los plásticos de policarbonato.
Investigaciones previas sugirieron que se filtra desde los
envases de alimentos y bebidas.
Un equipo de la Tufts University en Estados Unidos demostró
que los ratones femeninos cuyas madres estaban expuestas a este
químico en el comienzo del embarazo aumentaban más de peso en
la adultez, aunque comieran la misma cantidad de alimento y
fueran tan activas como los demás roedores.
Un efecto similar se produjo con el ácido
perfluorooctanoico, un agente a prueba de grasa usado en
productos como las bolsas de palomitas de maíz para microondas.
Estos animales eran inusualmente pequeños al momento de nacer y
luego adquirían sobrepeso más adelante en sus vidas.
"Uno de los problemas que estamos encontrando es que no
sabemos dónde están todos estos químicos", dijo Suzanne Fenton,
bióloga investigadora de la Agencia de Protección Ambiental de
Estados Unidos, cuyo estudio se centró en el ácido
perfluorooctanoico.
Los químicos parecen dañar el sistema endocrino, alterando
la función genética y metabólica involucrada en el aumento de
peso, señaló Bruce Blumberg, biólogo de la University of
California.
El resultado es que los hijos acumulan células grasas, lo
que los hace aumentar de peso, explicó Blumberg, quien estudió
un químico empleado en pinturas, envoltorios plásticos de
alimentos y como fungicida de cultivos.
Los resultados sugieren que algunas personas serían
programadas para la obesidad antes de nacer y resaltan la
necesidad de hallar indicadores que los científicos puedan
utilizar para detectar a las personas en riesgo, indicaron los
autores.
"La mayoría de los datos son en animales y queremos
desarrollar algunos bioindicadores que puedan ser usados en
humanos", dijo Heindel.
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