El fracaso, a finales de 2007, de los ensayos con una esperanzadora vacuna antisida tiñó de cierto pesimismo la celebración ayer del Día Mundial de la Vacuna contra el VIH-Sida. Y es que aunque siguen probándose en estos momentos otra treintena de fórmulas para combatir la enfermedad, ahora surge con fuerza la pregunta de si ha llegado la hora de dar esa búsqueda por imposible y concentrarse en áreas que se han demostrado sanitariamente rentables, como la prevención, las pruebas de detección y los tratamientos con antirretrovirales.
Así, una encuesta del diario británico "The Independent" a más de 35
especialistas de EE.UU. y el Reino Unido reflejaba hace un par de
semanas que sólo dos se mostraban más optimistas sobre la vacuna que un
año antes, y sólo cuatro lo eran más que hace un quinquenio. Casi dos
tercios se declaraban convencidos de que tal profilaxis no llegará
antes de diez años, y algunos ampliaban el plazo por encima de las dos
décadas. Incluso "una minoría sustancial admitía que quizás nunca se
desarrollaría". A pesar de ello, hay acuerdo abrumador (80% de los
científicos encuestados) en la necesidad de reenfocar las
investigaciones de la vacuna, aparcando los grandes y costosos ensayos
clínicos para centrarse en la investigación básica que permita entender
mejor la biología del virus y sus efectos en el sistema inmune humano.
A favor de la vacuna Las
voces a favor de seguir buscando una vacuna también son numerosas y muy
cualificadas. "No intentarlo es como decir 'nos rendimos' a los 33
millones de personas infectadas por el virus y a los 2,3 millones que
lo contraen cada año", señaló a este respecto el canadiense Alan
Bernstein, director de la Iniciativa Mundial para la Vacuna del VIH,
quien apeló al humanismo para seguir adelante. "El desarrollo de nuevos
fármacos y vacunas siempre lleva tiempo y nunca es un camino recto",
apuntó en este sentido. "El fracaso es la regla en el desarrollo de
productos farmacéuticos. Por cada 5.000 compuestos químicos
investigados, sólo uno se aprueba", afirmó, por su parte, Seth Berkley,
presidente de la Iniciativa Internacional por una Vacuna del Sida
(IAVI). "Probablemente hemos aprendido más sobre el VIH y el curso de
su enfermedad que sobre cualquier otro patógeno en la historia", añadió. Berkley
reconoció que dedicar el dinero de la vacuna a prevención y tratamiento
tendría sentido si se pudiera erradicar la pandemia, un "sueño" que
sólo lo podrá conseguir una vacuna. EE.UU. sólo está invirtiendo en ese
capítulo el 3% de todo su gasto en VIH-sida, recordó Berkley. Los
defensores de la vacuna llevan años insistiendo en que se necesitaría
al menos duplicar el gasto de investigación para poder acelerar el
desarrollo de esa gran esperanza profiláctica. Y esa petición cobra
mayor fuerza cuando la IAVI denuncia que las nuevas vacunas "tardan
hasta 20 años en llegar" al mundo pobre desde su introducción en los
países desarrollados.
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