Experto en comunicación en salud de la Universidad de Rochester (EEUU), opina que el galeno debe asumir que el enfermo está cada vez mejor informado.
Este neoyorquino, que durante un tiempo se ganó la vida tocando el
clavicordio, dice que la música tiene mucho en común con la
comunicación que se establece entre el médico y su paciente. «En ambos
casos uno debe saber qué notas tocar para conseguir un cierto
resultado», asegura Ronald Epstein, director del Centro para la Mejora
de Comunicación en Salud de la Universidad de Rochester (Nueva York).
Ha visitado España para participar en el Congreso de Entrevista Clínica
y Comunicación Asistencial, celebrado en Guadalajara, donde ha
explicado cómo los medios en general, e internet en particular, han
cambiado al paciente actual hasta el punto de que considera necesario
estudiar la influencia que tiene el enfermo en las decisiones médicas.
Pregunta.- ¿Cómo recibe el galeno al paciente que
se planta en la consulta habiéndose leído casi todo sobre su problema
de salud? Respuesta.- Pues en algunos casos como una amenaza. Antes al
médico iba uno sólo con síntomas y ahora muchos pacientes llevan
también información que, ojo, puede ser de gran ayuda para el
facultativo. Como médico de familia yo me he encontrado con usuarios
que habían descubierto en internet soluciones para sus dolencias.
Lógicamente la experiencia y los conocimientos del profesional impiden
hablar de relación de igualdad, que sí debe serlo en términos de
respeto y confianza.
P.- ¿Necesitamos médicos más receptivos a las ideas que se trae el afectado de casa tras leer la prensa o navegar por internet?
R.- Tenemos que cambiar nuestra actitud por puro
pragmatismo: si queremos curarlos es preciso implicarlos en su
tratamiento y eso no se consigue con el ordeno y mando. Porque el
resultado es que el paciente asiente en la consulta pero luego no se
toma la medicación en casa. La cosa cambia cuando se establece una
relación de confianza y hay una cultura biomédica. En estos momentos,
estudiamos por qué los afectados de cáncer con un nivel de educación
bajo responden peor a la terapia. A veces es porque no saben cómo
moverse en el caótico sistema de salud. En EEUU, la información al
ciudadano muchas veces está escrita pensando en gente con un baremo
determinado de escolarización que no todo el mundo tiene.
P.- ¿Cómo es el paciente que busca activamente información antes de acudir a la consulta de su médico?
R.- Según algunas encuestas, es alguien que
oculta al profesional sus búsquedas en internet. En el caso de los
enfermos de cáncer y familiares de mi país, el 80% de ellos ha navegado
por la Red en busca de información de forma previa a la primera
entrevista con el oncólogo.
P.- ¿Cuál es el reverso de la actual proliferación de contenidos de salud en los medios?
R.- La abundancia de Webs que simulan ser páginas
de información pero que son ejemplos de publicidad desaconsejable, no
por falsos sino por sesgados, que buscan persuadir al paciente de que
es necesario que pida éste o aquel tratamiento. Luego están los grandes
titulares en prensa que a los médicos nos toca después contextualizar
en la consulta rebajando unas expectativas que se habían disparado.
Algo muy impopular porque los enfermos desean que les confirmes los
beneficios mágicos que han visto en la tele. Además suele producirse en
enfermedades graves como el cáncer, donde se presentan como grandes
hallazgos lo que en realidad son avances muy sutiles.
P.- ¿También las ficciones de televisión con médico dentro pueden marcar la relación con los pacientes?
R.- Estas series tienen un tremendo potencial
para comunicar a la población mensajes muy valiosos. Las autoridades y
las sociedades científicas tienen aquí una oportunidad de colaboración
enorme: imagine poder contar a la gente la labor de los cuidados
paliativos, explicando que cuando no es posible curar una enfermedad se
puede en cambio hacer mucho por la calidad de vida. Sin embargo, lo que
veo en estas ficciones es una idolatría ciega a la tecnología más
sofisticada, una confianza en la máquina por encima de lo humano.
P.- Ha afirmado que las habilidades en materia de
comunicación no se ganan con la práctica. ¿Hay que aprenderlas antes de
ver pacientes?
R.- Son habilidades que nada tienen que ver con
la comunicación social: se puede ser un médico amable y amistoso pero
incapaz de saber animar o motivar al paciente en el cuidado de su
salud. Y esto debe aprenderse en la Universidad.
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