Los pacientes con debilidad muscular producida por una lesión de tobillo ya no tienen que convencer al especialista de su incapacidad. Un nuevo protocolo basado en la dinamometría isocinética permite distinguir entre los esfuerzos sinceros y los fingidos.
La simulación de lesiones es un caballo de
batalla para los especialistas en medicina del trabajo y legal. Algunos
estudios sitúan la práctica de esta picaresca en el 10 por ciento de
los casos de dolor crónico.
Pruebas como la expresión facial,
los cuestionarios, la evaluación sensitiva y la exploración física no
siempre identifican fielmente al simulador. Un trabajo que ha contado
con la participación de investigadores españoles aporta un nuevo
protocolo que puede reconocer con objetividad el esfuerzo fingido en el
tobillo.
Jesús Olmo, jefe del Servicio de Rehabilitación y
Valoración Funcional de la Mutua Fraternidad Muprespa, en Madrid, es el
primer autor del estudio, que se publica en Journal of Electromyography
and Kinesiology, y en el que han colaborado las universidades de Tel
Aviv (Israel) y de Granada.
El protocolo para detectar
simulaciones de lesiones de tobillo se aplica por medio del dinamómetro
isocinético, un aparato que mide la fuerza del músculo a diferentes
velocidades y modos de contracción.
En esencia, el método se
basa en el principio de que "la fuerza máxima de un grupo muscular
sigue un patrón coherente y bien establecido al ser ejercida a
velocidades y contracciones distintas", explica Olmo.
"La
fuerza obtenida en condiciones concéntricas, es decir, en el sentido
del acortamiento muscular, debe guardar una relación dentro de límites
concretos con la obtenida en condiciones excéntricas o con el
movimiento del alargamiento muscular".
Si un individuo ejerce
menos fuerza de la que es capaz en un movimiento concéntrico -muy
controlable voluntariamente-, se obtienen unos registros bajos que
pueden confundirse con debilidad real del músculo. "Pero si se repite
el ejercicio en condiciones de concentración excéntrica a alta
velocidad del movimiento, la reducción voluntaria de la fuerza aplicada
es mucho menor.
Esto se basa en la dificultad fisiológica
natural de modular la fuerza en el movimiento excéntrico a alta
velocidad, defensivo e inhibidor por naturaleza y que está mediado por
vías neuromusculares propias con menor control cortical".
Cuando
se produce una discrepancia entre la fuerza aplicada en condiciones
concéntricas y la medida en las excéntricas, se deduce que el sujeto ha
ejercido menos fuerza de la que puede. Olmo ha aplicado este método a
las lesiones de tobillo, muy frecuentes en el mundo del deporte y la
patología laboral.
Para calcular los parámetros que difieren
entre esfuerzos sinceros y fingidos, el especialista ha estudiado a 38
individuos sanos, que realizaron un esfuerzo máximo y otro fingido.
"Vimos la diferencia entre fuerzas excéntrica y concéntrica, y a través
de un estudio estadístico basado en intervalos de tolerancia, obtuvimos
los valores de corte de los esfuerzos máximos y los fingidos".
El
protocolo consigue una sensibilidad del 97 por ciento y una
especificidad del cien por cien, con lo que se evita que se produzcan
falsos positivos. "Lo único que puede inutilizar la prueba es la
presencia de cualquier circunstancia que impidiese el movimiento, ya
que para aplicar el protocolo es necesario que el sujeto mueva la
articulación".
La simulación se ha podido detectar en los
músculos plantiflexores del tobillo, pero no en los dorsiflexores.
"Esto puede deberse a que los plantiflexores son más controlables, pero
sería interesante profundizar en las características neuromusculares de
los dorsiflexores para determinar si realmente se controlan mejor o si
hay de fondo una cuestión metodológica.
(J EMG and Kinesiol DOI: 10.1016 /j.jelekin.2008.02.001).
Del tobillo al hombro
El
dinamómetro isocinético se desarrolló en la década de 1970. Años
después, el equipo de Zeevi Dvir, profesor en la Universidad de Tel
Aviv y uno de los autores de este trabajo, elaboró una metodología para
detectar si alguien ejerce menos fuerza de la que es capaz.
Ya
existen protocolos de identificación de simulación en grupos musculares
de la rodilla, el hombro, la columna lumbar y la mano, pero debido a
que se trata de una tecnología cara y que requiere una alta
cualificación, su uso no está muy extendido.
El dinamómetro se
emplea también para valorar la fuerza muscular del deportista, y en el
caso de que se haya sufrido una lesión, para comprobar cómo recupera
esa fuerza con la rehabilitación.