Afecta al 20% de las personas mayores de 70 años y ocupa un lugar relevante en el conjunto de todas las enfermedades cardiovasculares. La enfermedad arterial periférica consiste en un daño u obstrucción de
las arterias abdominales y de las extremidades, es decir, de los vasos
sanguíneos más alejados del corazón. Pese a que la cardiopatía
isquémica y los accidentes vasculares cerebrales son más conocidos,
esta patología arterial afecta a un 15-20% de las personas mayores de
70 años, aunque es probable que su prevalencia fuera mayor si se
analizara a quienes todavía no presentan síntomas. El tratamiento
disponible se dirige a minimizar la progresión de la enfermedad y, en
fases más avanzadas, las técnicas endovasculares y la cirugía juegan un
papel importante.
En la enfermedad arterial periférica (EAP), el síntoma clave es el
dolor en las extremidades. Actualmente, una prueba de esfuerzo -o
claudicometría-, que se realiza en una cinta para caminar, es uno de
los métodos para determinar la distancia máxima que un paciente puede
andar a paso normal antes de que el dolor en las piernas le haga
detenerse. Ahora, un grupo de investigadores franceses ha utilizado
dispositivos de sistema de posicionamiento global (GPS, en sus siglas
inglesas) para valorar a los pacientes afectados, y una hoja de cálculo
para trazar y analizar la distancia máxima a pie de 24 pacientes con
EAP mientras caminaban por un parque público.
Mediante el GPS pueden registrarse también la velocidad y la
duración de los descansos durante un periodo prolongado. El GPS
permitiría así una medición más objetiva de la capacidad de locomoción
de estos pacientes, ya que la claudicometría, que no se encuentra
disponible en todos los centros, según los investigadores, no ofrece un
cálculo preciso del problema del paciente.
Dificultades en el tratamiento
Mientras que a nivel coronario hay tratamientos de probada
eficacia, los fármacos utilizados en la enfermedad arterial periférica
son menos eficaces. Actualmente, el pilar del tratamiento se basa en
intentar minimizar la progresión de la enfermedad manteniendo los
niveles de glicemia, colesterol y tensión arterial bajo control. El uso
de fármacos como la aspirina o el clopidogrel se han mostrado eficaces
para prevenir fenómenos trombóticos, pero hasta el momento ningún
tratamiento farmacológico ha mostrado su eficacia completa.
El tratamiento se basa en mantener los niveles de glicemia, colesterol y tensión arterial bajo control
El posible efecto beneficioso de la pentoxifilina, uno de los más
utilizados, ha sido cuestionado en diferentes estudios. Algunos autores
han registrado un beneficio sólo al inicio del tratamiento. En dos
estudios hay discordancia de resultados por lo que parece que el
beneficio de este fármaco en la claudicación intermitente es pequeño.
En los últimos meses se han publicado en la revista "New England
Journal of Medicine" los resultados de una investigación con un nuevo
fármaco: buflomedil.
En el estudio se valoró su eficacia, no sólo en la evolución de la
enfermedad arterial periférica sino también en la prevención de eventos
cardiovasculares, como infarto e ictus (accidente vascular cerebral).
Un total de 2.078 pacientes mayores de 40 años fueron tratados durante
una media de 33 meses y la incidencia de eventos cardiovasculares
graves fue significativamente inferior en el grupo tratado con
buflomedil (reducción de un 26%), en comparación con el otro grupo,
tratado con placebo. Además, la tolerancia al nuevo fármaco fue muy
buena.
Revascularización
Cuando la enfermedad se encuentra en fases más avanzadas, las
técnicas endovasculares y la cirugía juegan un papel importante. La
presencia de isquemia crítica (dolor en reposo o lesiones tróficas)
hace necesario el tratamiento de revascularización precoz, por el
riesgo de pérdida de la extremidad, que dependerá del tipo de lesión y
de su localización. Habitualmente, el tratamiento endovascular se
reserva para las lesiones más sencillas y localizadas, y la cirugía
convencional, para las lesiones más extensas.
En la enfermedad coronaria, la resolución de lesiones por vía
endovascular y sin necesidad de cirugía está a la orden del día. Es
habitual el empleo de stents (pequeñas mallas que mantienen el vaso
abierto), que a menudo se recubren de fármacos que los conservan
permeables durante más tiempo. A pesar de ello, los stents recubiertos
no se han mostrado tan eficaces como cabía esperar cuando se utilizaban
en el tratamiento de la EAP.
Un estudio publicado recientemente abre una nueva perspectiva al
utilizar balones -para realizar la angioplastia- recubiertos con
paclitaxel, uno de los fármacos largamente utilizados para recubrir los
stents coronarios. Se trataron 154 pacientes con esta técnica,
comparándose con un grupo control. A los seis meses de tratamiento, la
necesidad de revascularización fue del 37% en el grupo control frente
al 4% en el grupo tratado con balones recubiertos.
Síndrome del escaparate
La persona que padece una enfermedad arterial periférica (EAP)
presenta dolor cuando camina que rápidamente desaparece con el reposo.
Por este motivo, a menudo se detiene durante los paseos, de ahí que se
denomine "la enfermedad de los escaparates", para reposar. Los síntomas
de la enfermedad abarcan un amplio espectro que va desde casos
asintomáticos hasta aquellos que presentan isquemia crítica con
ulceraciones en las extremidades, que pueden, incluso, implicar
amputaciones.
Es importante diferenciar el dolor de la EAP del dolor de origen
osteomuscular. Muchas personas presentan dolor en las extremidades
cuando caminan pero no todas padecen EAP. En los problemas
osteomusculares, el dolor aparece al andar pero también con la
movilización pasiva de la extremidad. Los dolores musculares no suelen
presentarse de forma sistemática en la misma localización y, a menudo,
el dolor no cede simplemente al detener la marcha, sino que el paciente
precisa sentarse, acostarse o adoptar posturas especiales.
En la EAP es habitual la presencia, también, de afectación vascular
en otras localizaciones. El sistema vascular no funciona de forma
compartimentada y, así, una alteración en una zona suele significar
patología en otras. Este es el motivo por el que los pacientes con EAP
tienen mayor probabilidad de padecer un problema coronario. Por ello,
es importante un diagnóstico precoz para mejorar la calidad de vida del
paciente y reducir el riesgo de complicaciones importantes.
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