La deficiencia de hierro durante el primer año de vida afecta negativamente el desarrollo social y emocional de los bebés y la presencia o la ausencia de anemia no modifica ese efecto, indicó un nuevo estudio.
"Los análisis de control disponibles no suelen detectar la
deficiencia de hierro", dijo la doctora Betsy Lozoff a Reuters
Health. El análisis más frecuente, el test de hemoglobina, detecta
la anemia pero no la deficiencia de hierro, explicó la
experta. Si se confirman los resultados de este pequeño estudio,
debería cambiarse la prueba de detección actual por un análisis
de sangre completo. "Un análisis de conteo completo aporta información sobre
los glóbulos rojos y la hemoglobina y permite diagnosticar la
deficiencia de hierro", explicó Lozoff, de la University of
Michigan, en Ann Arbor. El equipo dirigido por Lozoff evaluó el comportamiento
social y emocional de 77 bebés afroamericanos saludables de 9
meses de edad. Los análisis confirmaron que 28 de esos bebés tenían
deficiencia de hierro más anemia, que 28 tenían deficiencia de
hierro sin anemia y que 21 presentaban niveles suficientes de
hierro. Independientemente del nivel de hierro en sangre, todos
los bebés recibieron sulfato de hierro líquido durante tres
meses (22 miligramos por día). El suplemento ayudó a evitar la deficiencia de hierro en
bebés con niveles normales durante la transición alimentaria
con leche de vaca no modificada, publicó The Journal of
Pediatrics. El seguimiento del comportamiento social y emocional reveló
que, a diferencia de los niños con niveles de hierro normales,
los bebés con mayor deficiencia de hierro a los 12 meses de
edad eran más tímidos, menos propensos a mostrar orientación o
a participar de la actividad a su alrededor e interactuar con
otras personas. Además, resultaba más difícil calmar a los chicos con falta
de hierro. Todo esto ocurrió independientemente del nivel de
anemia. Esto "debería confirmarse en estudios más grandes con otras
grupos", dijo Lozoff. Pero estos resultados, concluyó el equipo, se suman a la
creciente evidencia que relaciona la deficiencia de hierro
precoz con un menor desarrollo social y emocional.
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