Infecciones, reacciones a medicamentos y complicaciones posquirúrgicas.
El 8,4% de las personas que ingresan en un hospital público sufrirá
alguna de estos efectos adversos, según un estudio financiado por el
Ministerio de Sanidad. Aunque esta tasa es comparable a la de otros
países desarrollados, más del 40% de estos problemas son evitables.
Cada año, cuatro millones y medio de españoles son hospitalizados. El Estudio Nacional de Efectos Adversos (ENEAS), presentado durante la jornada científica sobre la seguridad del paciente en la atención sanitaria, se propuso estudiar cuántos de estos pacientes sufren problemas imprevistos relacionados con su ingreso y no con su enfermedad inicial, desde la prescripción de fármacos contraindicados hasta las infecciones de las heridas quirúrgicas. Se trata de la primera investigación española al respecto.
Los autores han revisado 5.755 historias clínicas de pacientes ingresados durante más de una semana en 24 hospitales públicos españoles de diversos tamaños. En total, el 9,3% de los pacientes había sufrido efectos adversos relacionados con la asistencia sanitaria.
Al considerar únicamente los problemas relacionados con la asistencia en el hospital (es decir, excluyendo los que tenían que ver con atención primaria, consultas externas u ocasionados en otro hospital) un 8,4% de los pacientes había sufrido efectos adversos relacionados con su ingreso, sobre todo problemas con los medicamentos (37,4%), infecciones hospitalarias (25,3%) y complicaciones posquirúrgicas (25%,) fundamentalmente en intervenciones que requerían anestesia.
Los incidentes más frecuentes eran los leves (45% de los casos, como una flebitis, una infección del tracto urinario...), seguidos de problemas moderados (los que prolongaban la duración del ingreso hospitalario; el 39%) y, finalmente, sólo el 16% fueron graves (causaban una incapacidad permanente o requerían una intervención quirúrgica).
Los casos más frecuentes
Como era de esperar, los pacientes con más probabilidades de sufrir estos problemas eran los mayores de 65 años (con el doble de riesgo que los más jóvenes) y los que tenían previamente una salud deteriorada (por ejemplo, padecían otras enfermedades).
Infante hace una lectura positiva de estos resultados: "Hay varias buenas noticias". La incidencia de los efectos adversos "es una proporción similar a las de los hospitales de los países más desarrollados. Nos estaría indicando que nuestro país se posiciona razonablemente bien con respecto a otros países". En los estudios realizados hasta la fecha (en Reino Unido, EEUU, Canadá, Dinamarca, Nueva Zelanda y Francia), las tasas oscilaban entre el 4% y el 17% de los pacientes.
De hecho, Alberto Infante, director de la Agencia de Calidad del Sistema Nacional de Salud, subraya que tan sólo el 4,4% de los pacientes con efectos adversos falleció, "una proporción extraordinariamente baja, la menor de los estudios mencionados". Jesus María Aranaz, de la Universidad Miguel Hernández y autor principal del estudio, insiste en que las características del estudio no permiten establecer una relación de causalidad entre los problemas registrados y los fallecimientos.
Demasiados problemas evitables
Sin embargo, no todos los datos del estudio son positivos. Según los autores, el 42,8% de los efectos adversos serían evitables, aunque en los hospitales pequeños la cantidad de efectos prevenibles se elevaba al 64,8% (aunque en el estudio se pide cautela en las interpretaciones sobre el tamaño de los centros). En concreto, los efectos adversos que más se podrían haber evitado eran los relacionados con infecciones hospitalarias (evitables en el 56,6% de los casos), con los cuidados (56%) y con el diagnóstico (84,2%). Sin embargo, la distribución de casos evitables era similar entre los efectos graves, moderados o leves.
El propio Infante reconoce que la incidencia de los efectos adversos es un tema que 'necesita mejorar'. De hecho, la seguridad de los pacientes es una de las 12 estrategias en las que indice el Plan de Calidad del Ministerio de Sanidad: "Garantizar la seguridad de los pacientes hospitalizados es un componente esencial en la mejora de la atención", dijo.
"Queremos potenciar el conocimiento y análisis de los efectos adversos", comentó durante la presentación del estudio. Sanidad tiene previsto destinar unos 18 millones de euros a este fin durante 2006.
Entre las acciones previstas, están los convenios con las comunidades autónomas y la firma de una declaración conjunta con un centenar de sociedades científicas. Según Infante, esperan conseguir obtener "mejoras relevantes" en un plazo de dos o tres años.
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