Con la policlínica basada en la comunidad como pilar fundamental, su sistema de AP ha cosechado buenos resultados.
“Luchamos por la Declaración de Alma- Ata antes de que fuese oficial
y su mensaje nos ha orientado y motivado desde entonces”, recuerda la
Dra. Cristina Luna, directora nacional de atención ambulatoria de Cuba,
en la última edición del Boletín de la OMS. De la Dra. Luna
depende todo el sistema de atención primaria (AP) del país, al que las
autoridades sanitarias atribuyen en gran medida los buenos indicadores
sanitarios cubanos.
Esos indicadores, cercanos o comparables en muchos aspectos a los de
los países desarrollados, hablan por sí solos. En 2006, por ejemplo, se
registraban 5,3 defunciones por cada 1.000 nacidos vivos, muy por
debajo de las 37,3 muertes de 46 años antes, según la OMS. Al mismo
tiempo, los cubanos gozan de una de las mayores esperanzas de vida del
mundo: 77 años.
Policlínicas comunitarias
El pilar fundamental del sistema cubano de AP son las policlínicas
comunitarias, 498 en todo el país, cada una de las cuales tiene una
zona de captación de entre 30.000 y 60.000 personas. Esas policlínicas
operan además como “nodos organizacionales” de entre 20 y 40
consultorios de médicos y enfermeras de familia de vecindad, y como
centros acreditados de investigación y docencia para estudiantes de
medicina, enfermería y otras ciencias de la salud.
“Son la columna vertebral del sistema de salud de Cuba –explica la
Dra. Luna–, pero el reto que afrontamos hoy consiste en proporcionar no
sólo atención universal a todos los niveles, sino también una atención
de más calidad y unos servicios mejor organizados e integrados. La
gente espera de nosotros mucho más que cuando implantamos el Servicio
Médico Rural”. El período al que se refiere la directora de la AP
cubana se remonta a los primeros años 60, época en la que la política
gubernamental se centró por primera vez en llegar a la población, sobre
todo de las zonas rurales, que apenas tenía acceso a los servicios
médicos.
Servicio rural
El Gobierno empezó reclutando a 750 médicos y estudiantes de
medicina para que dedicaran una parte de su vida profesional a trabajar
como médicos rurales en zonas montañosas o costeras. El Servicio Médico
Rural tenía la misión, según sus artífices, de tomar medidas para
“prevenir las enfermedades y revitalizar los servicios de salud para
los más necesitados, esto es, las personas más pobres, que tenían una
salud precaria o que vivían lejos de centros urbanos”.
A lo largo de los años 60, antes de la Declaración de Alma-Ata de
1978, se crearon policlínicas multiespecialidad que evolucionaron
incorporando a mediados de los 80 el programa de médicos y enfermeras
de familia, lo que permitió reforzar la capacidad del sistema de salud
en materia de prevención y análisis de la salud comunitaria, así como
los servicios clínicos.
Ya en los 90, el programa repartió a médicos y enfermeras de familia
por todo el país hasta llegar a más del 95% de la población. “Éramos
conscientes –recuerda la Dra. Luna en las páginas del Boletín de la
OMS– de que la prevención tenía que ser una piedra angular de nuestro
sistema y de que había que comprender la situación de la gente en todas
sus dimensiones: biológica, psicológica y social, [y] como individuos,
en el seno de la familia y en su comunidad”.
Amplia renovación
Desde 2002, 241 policlínicas han sido objeto de una amplia renovación,
proceso que aún no ha concluido, incluyendo servicios que antes sólo se
ofrecían en los hospitales. Actualmente, la policlínica media ofrece 22
servicios, entre ellos rehabilitación, radiología, ecografías,
optometría, endoscopia, trombolisis, urgencias, traumatología,
laboratorios clínicos, planificación familiar, urgencias odontológicas,
atención maternoinfantil, inmunización y atención a los diabéticos y a
las personas mayores. Además, se ofrecen otras especialidades, entre
ellas, dermatología, psiquiatría y cardiología, además de la medicina
de familia y la medicina interna, pediatría, y obstetricia y
ginecología.
Este año se han vuelto a introducir cambios en la AP. Se están
reorganizando los consultorios de medicina de familia dividiéndolos en
3 tipos: el primero es atendido por médico y enfermera durante 8 horas;
el segundo es cubierto sólo con enfermeras; y en la categoría 3 se
dispondrá de médico y enfermera las 24 horas, con equipamiento, mayor
poder resolutivo y módulo de medicamentos diferenciados acordes con la
población y su morbilidad.
Cribado activo
Otro cambio es el causado por la abolición de un tipo de policlínica
uniforme. “En otro tiempo creíamos que todas las policlínicas debían
funcionar de forma parecida”, explica la Dra. Luna. “Pero si hemos de
usar de forma más racional y eficaz nuestros recursos, al conjunto
básico de servicios que ofrecen se le deben añadir otros que respondan
a la situación sanitaria concreta de la comunidad atendida. Esta idea
exige a su vez un cribado activo de la población para poder realizar un
diagnóstico claro de la situación sanitaria de la comunidad”.
Aproximadamente la mitad de los consultorios de médicos y enfermeras
de familia siguen estando dirigidos por médicos; y la otra mitad por
enfermeras orientadas en su labor por el médico de familia de la zona.
Actualmente hay unos 2.500 pacientes por consultorio dirigido por un
médico en el nivel de AP, con el respaldo de estas enfermeras que,
según la Dra. Luna, “tienen que desempeñar un mayor papel”.
Médicos “internacionalistas”
Curiosamente, la nueva fórmula obedece en parte a la necesidad de
reorganizar el sistema, pues hay más de 20.000 médicos
“internacionalistas” que viven y trabajan fuera del país, la mayoría en
África y en Iberoamérica, lo que ha provocado el cierre de numerosos
consultorios médicos en Cuba. También se está acelerando la formación
de nuevos médicos de familia: “Estamos capacitando ahora a un 42% más
de médicos de familia a fin de disponer de los suficientes para poder
cumplir todos nuestros compromisos”, afirma la Dra. Luna.
“¿Qué nos queda por hacer?”, se pregunta la Dra. Rebeca Mendoza,
directora de la Policlínica 5 de Septiembre de La Habana. “Tenemos que
prestar más atención a la satisfacción de los pacientes. A algunos de
los trabajadores les molestan las críticas, pero yo les digo que el día
en que creamos que lo estamos haciendo todo bien habremos abandonado a
nuestros pacientes, y habremos abandonado también nuestro compromiso en
favor de los principios de Alma-Ata”.
Primera especialidad
Cuba
cuenta hoy con 72.000 médicos (1 por cada 200 habitantes, la mayor tasa
mundial) de los que unos 33.000 son médicos de familia. Esta
especialidad constituye un requisito para más del 97% de los
licenciados en Medicina, que tras acabar sus estudios deben pasar 1 año
como internos y 2 como residentes para completar su formación. Más
tarde, pueden solicitar otro período de residencia en una segunda
especialidad. Como consecuencia, en estas segundas especialidades
abundan los médicos que empezaron su carrera en la medicina de familia.
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Artículo completo en www.who.int
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