Aunque todavía faltan evidencias sólidas sobre su utilidad, entre los profesionales hay cada vez un mayor interés en ella.
NUEVA YORK.- El paciente estaba sentado, con los
ojos cerrados, sumergido en el ritmo de su respiración; después de un
rato, notó que estaba pensando en la relación problemática que tenía
con su padre. "Estuve allí, presente con el dolor", acotó, al terminar
su sesión de meditación. El terapeuta explicó: "Eso fue la aceptación,
el dejar ser, sin tratar de cambiar nada".
Este ejercicio, centrado en la conciencia y en la revisión de
emociones, se ha convertido en la técnica psicoterapéutica más popular
de la última década. La meditación consciente tiene sus orígenes en las
enseñanzas del siglo V a.C. del príncipe indio Siddhartha Gautama, más
tarde conocido como Buda.
Durante años, los psicoterapeutas trabajaron aliviando el sufrimiento
de las personas y reencuadrando el contenido de los pensamientos del
paciente, alterando directamente su comportamiento o ayudándolo a
entender los orígenes subconscientes de su desesperanza y su ansiedad.
La meditación consciente puede ayudarlos en un nivel al que las
palabras no pueden llegar.
Hay quienes sostienen que el arribo de Buda a la psicoterapia es una
señal de apertura cultural, una forma de acceder a un curación más
profunda. Sin embargo, la evidencia de que la meditación consciente
ayuda a mejorar síntomas psiquiátricos es muy poca y, en algunos casos,
hay estudios que sostienen que no mejora, sino que empeora.
"Creo en la posibilidad de que esta meditación sirva y que debe ser
estudiada -sostiene Scott Lilienfeld, psicólogo y profesor de la
Universidad de Emory-. Lo que me preocupa es la publicidad que la
rodea: eso de cambiar el mundo, la tendencia que se da en el campo de
las psicoterapias a cultivar gurúes."
La meditación llegó a la psicoterapia desde la medicina universitaria.
En los 70, un graduado de biología molecular, Jon Kabat-Zinn, adaptó
una versión de las prácticas de meditación que podía aprenderse y
estudiarse fácilmente.
En la meditación trascendental, los practicantes intentan trascender o
"perderse" a sí mismos. El objetivo de la meditación consciente es
otro: impulsar la conciencia de cada sensación tal como se desarrolla
en el instante.
Kabat-Zinn le enseñó su práctica a personas que sufrían dolor crónico
en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts. En los
80 publicó una serie de estudios que mostraban que un curso de dos
horas por semana, durante ocho semanas, reducía el dolor crónico con
más eficacia que el tratamiento convencional.
Se corrió la voz discretamente, al comienzo. "Creo que en ese entonces
otros investigadores tenían que ser muy cuidadosos acerca de esto,
porque no querían ser tomados como excéntricos New Age", dijo
Kabat-Zinn.
Marsha Linehan, psicóloga de la Universidad de Washington que trataba a
pacientes muy problemáticos con historiales de suicidio, fue una de las
pioneras. "Las terapias conductistas sólo los empeoraban -dijo-. Con
los problemas realmente graves, se necesita otra cosa, algo que permita
a las personas tolerar estas emociones tan fuertes."
En los 90, Linehan publicó estudios que probaban que una terapia que
incorporaba la conciencia del budismo zen -la "aceptación radical"-
disminuía significativamente el riesgo de hospitalización y suicidio en
pacientes de alto riesgo.
En 2000, un grupo de investigadores del Consejo de Investigaciones
Médicas, de Inglaterra publicó un estudio que demostró que ocho
sesiones semanales de meditación consciente disminuían a la mitad las
recaídas en personas con tres o más episodios de depresión.
La meditación consciente es fácil de describir: siéntese en una
posición cómoda, con los ojos cerrados, preferentemente con la espalda
derecha y sin respaldo. Relájese y tome nota de sus sensaciones,
estados de ánimo y sonidos. Repare en ellos, pero sin juzgarlos. Deje
que su mente se aquiete al ritmo de su respiración. Si vaga, redirija
su atención a la respiración. Manténgase así por lo menos diez minutos.
Después de dominar el control de la atención, dicen algunos terapeutas,
una persona puede enfrentar mentalmente ideas problemáticas o
amenazantes, y aprender a soportar la ira o la tristeza, y dejarlas
pasar, sin tratar de cambiar los sentimientos, algo que frecuentemente
complica más las cosas.
Sin embargo, los científicos subrayan que los estudios sobre la
meditación consciente están en su infancia. Un amplio trabajo publicado
el año pasado halló que las investigaciones son todavía muy
preliminares como para sacar conclusiones.
La pregunta, según Linda Barnes, profesora de la Universidad de Boston,
es si esta clase de meditación se convertirá en una técnica terapéutica
valiosa o si terminará siendo otro cliché de autoayuda. "La respuesta
es afirmativa en ambos casos", opina.
Por Benedict Carey
De The New York Times
El "medítalo", furor en España
* MADRID.- El vuelco en favor de la meditación también ha llegado a
España, donde el giro cobra mayor dimensión a la luz del hasta ahora
mayoritario desinterés -cuando no, desconfianza- de su gente hacia este
tipo de prácticas. "No era el español el prototipo del muy dado a las
meditaciones orientales y, sin embargo, ¡ya ve!", dijeron en el
Instituto Equilibrium, uno de lo más reconocidos en la práctica del
yoga de Barcelona. Lo del "¡ya ve!" vino por la sorpresa ante el auge
que está cobrando la práctica de la meditación entre directivos de
empresas.
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