El tumor de próstata metastásico sabe muy bien cómo fabricar su alimento: las hormonas androgénicas. El cáncer es capaz de burlar el bloqueo hormonal sistémico para producir testosterona y así crecer.
La terapia hormonal constituye una de las
soluciones más frecuentes para el cáncer de próstata avanzado. Aunque
el bloqueo androgénico no es la cura, gana tiempo para el paciente. El
problema es que, a largo plazo, el tumor termina haciéndose resistente
a la inhibición hormonal y entonces puede seguir creciendo.
Un
equipo de científicos coordinados por Peter Nelson y Elahe Mostaghel,
del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson, en Seattle,
publica en el último número de Cancer Research una descripción del
mecanismo por el cual el tumor se vuelve resistente al bloqueo
androgénico.
"La terapia hormonal reduce los andrógenos
circulantes a niveles muy bajos, pero los tumores de próstata
metastásicos son capaces de obtener la cantidad de testosterona
suficiente para seguir creciendo", expone Mostaghel.
El tumor es la fuente
Los
científicos hallaron que los niveles de testosterona eran cuatro veces
mayores en los tumores metastásicos de los pacientes que habían
recibido una castración química (analizados en la autopsia) que en los
tejidos prostáticos tumorales y benignos de varones con hormonas
circulantes normales (extraídos en una cirugía de próstata).
"Estos
datos nos indican que en realidad debemos dirigirnos al tejido del
tumor metastásico como fuente en sí mismo de los andrógenos". El
hallazgo podría tener importantes implicaciones en el desarrollo de
fármacos para el tratamiento del cáncer avanzado.
Además de
medir los niveles de hormonas, los científicos analizaron los modelos
de expresión genética en el tejido metastásico para confirmar la
presencia de vías de control de la producción de testosterona. Así se
toparon con unos factores de transcripción que se dedican a producir
ésa y otras hormonas andrógenas. "Se abre así la puerta para el
desarrollo de nuevos fármacos que tengan en cuenta estas enzimas
activas en el tejido tumoral, además de centrarse en la supresión
sistémica de las hormonas".
El experimento original
El
trabajo que se publica en Cancer Research se ha basado en el análisis
de muestras tisulares de pacientes sometidos a prostatectomía y
obtenidas de autopsias realizadas en la Universidad de Washington, pero
su origen arranca en un experimento murino.
Los científicos
estudiaron el nivel de andrógenos en tumores avanzados de ratones
castrados químicamente para bloquear las hormonas circulantes y los
compararon con muestras de cáncer no metastásico de ratones que no
habían sido castrados. La presencia hormonal fue dos veces superior en
los animales castrados, de lo que se dedujo que el tumor avanzado se
las apañaba de alguna manera para fabricar la testosterona y seguir
creciendo.
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