Los niños varones que desarrollan eccema en los primeros dos años de vida tienen más probabilidades de ser asmáticos, una asociación que no se observa en las niñas.
Los niños varones con eccema en los dos primeros años de vida son
más propensos a desarrollar asma, una relación inexistente en las
mujeres, según indica un estudio australiano. "Se necesitan
intervenciones para evitar que el eccema aumente la sensibilidad y
aparezca el asma, especialmente en los varones", escribe el equipo
dirigido por el Dr. Adrian J. Lowe, de la Universidad de Melbourne, en
el “Journal of Allergy and Clinical Immunology”.
Si el eccema produce asma, añaden los autores, la prevención de la
enfermedad cutánea reduciría un 28% la incidencia del asma infantil. Se
estima que los bebés con eccema tienen más riesgo que el resto de
desarrollar asma, lo que se denomina "marcha atópica", explican los
investigadores.
El equipo investigador estudió a 403 niños con antecedentes
familiares de enfermedad alérgica. En los varones con eccema, el riesgo
de tener asma a los 7 años fue 2,45 veces mayor que en los varones sin
la enfermedad cutánea. Las niñas con eccema eran un 12% menos propensas
a desarrollar asma, diferencia que no fue estadísticamente
significativa.
Mientras que la sensibilidad a los alergenos y las sibilancias
también estuvieron asociadas al riesgo de desarrollar asma, el equipo
halló que la relación eccema-asma se mantuvo tras considerar esos dos
síntomas. Según los autores, existen varias diferencias entre varones y
mujeres en cuanto a la incidencia del asma, el desarrollo pulmonar y la
estructura de la piel. "Por lo tanto, no sorprende ver un efecto
distinto del eccema sobre el riesgo de asma en varones y mujeres",
agregan.
El eccema aparecería cuando la piel pierde su capacidad de actuar
como una barrera entre el organismo y el medio ambiente, lo que aumenta
la sensibilidad a los alergenos, sugirió el equipo. Si esto es así,
concluyen los autores, restablecer la función de barrera de la piel
podría prevenir el asma.
Journal of Allergy and Clinical Immunology 2008;121:1190-1195
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