Un estudio publicado por médicos griegos en "The Lancet" concluye que el trastorno afecta al 11% de los pacientes con hipertensión resistente al tratamiento farmacológico.
El
hiperaldosteronismo primario no es un trastorno tan frecuente como se
pensaba. Es la conclusión de un artículo que publican en "The Lancet" investigadores del Hospital Hippokration de Tesalónica (Grecia).
Explican que, en décadas pasadas, la prevalencia
de esta enfermedad, caracterizada por la excesiva producción de
aldosterona por las glándulas suprarrenales –que puede conducir a
hipertensión e hipopotasemia-, se estimaba en un 1% en la población
general hipertensa. Incluso algunos estudios más recientes calculaban
que esa prevalencia podía ser superior al 10%. De hecho, comentan que
se trata de un trastorno que afecta casi exclusivamente a hipertensos,
y se da con mayor frecuencia en aquellos pacientes resistentes al
tratamiento.
Según los autores, esto ocurre porque los
fármacos antihipertensivos ejercen poca influencia en el sistema de la
aldosterona. Además, añaden que los médicos de atención primaria no
están familiarizados con el hiperaldosteronismo primario, por lo cual
la enfermedad puede estar sin diagnosticar durante años, conduciendo a
hipertensión resistente. Por ello, según los investigadores, la
prevalencia de esta enfermedad en pacientes con hipertensión resistente
puede ser muy superior al 10%.
En su investigación evaluaron la presencia de
hiperaldosteronismo primario en pacientes con hipertensión resistente
(presión arterial superior a 140/90 mm Hg a pesar de tratarse con un
régimen de tres fármacos, incluido un diurético), atendidos en su
hospital.
A lo largo de un período de 20 años analizaron a
1.616 pacientes con hipertensión resistente. De ellos, presentó
hiperaldosteronismo primario el 11,3% de los pacientes. La
hipopotasemia sólo se detectó en 83 pacientes (45,6%).
Según los investigadores, "aunque la prevalencia
del hiperaldosteronismo primario en pacientes con hipertensión
resistente es elevada, es sustancialmente inferior a lo que se
estimaba". Estos resultados no apoyan "la noción de una epidemia de
hiperaldosteronismo primario", concluyen.
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