Tyler Jacks, director del nuevo centro de investigación del cáncer en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), quiere aprovechar el conocimiento de la ingeniería sobre sistemas complejos para promover nuevos enfoques en el abordaje del cáncer. En la práctica esto se traduce en la creación de nuevas técnicas de diagnóstico precoz, nuevas herramientas para seguir en tiempo real el avance o remisión de la enfermedad y nuevos materiales para liberar fármacos de forma más precisa y eficaz. "Es la nueva generación de investigación del cáncer", afirma Jacks.
Aunque ya hay equipos interdisciplinares de biólogos e ingenieros en
la Universidad de Cambridge (Estados Unidos), el MIT ha querido
formalizar y potenciar esta colaboración con la creación de un nuevo
instituto para aprovechar estas sinergias y abordar la enfermedad desde
una nueva perspectiva. Según Jacks, entender el cáncer supone un gran
desafío y la solución no puede venir de una sola disciplina. En
diagnóstico, seguimiento de la enfermedad y métodos para administrar
fármacos anticancerosos de forma más directa, todas las miradas están
puestas en la ciencia de lo diminuto, la nanotecnología. Sageeta
Bhatia, profesora de ingeniería eléctrica e informática de la División
de Ciencias de la Salud y Tecnología de dicha universidad, ha creado
unas nanopartículas multifuncionales que son capaces de proporcionar
quimioterapia sólo a las células cancerosas. Después, mediante
resonancia magnética se puede observar si ha tenido efecto, y si el
tumor crece o va disminuyendo, explica Bhatia, que además de médica es
doctora en ingeniería, y personifica la unión entre las ciencias de la
vida y la ingeniería que quiere cultivar la universidad. Bhatia
está estudiando con el laureado biólogo Phillip Sharp cómo se pueden
utilizar estas nanopartículas para proporcionar terapias de
interferencia del ARN (ácido ribonucleico), que impiden la expresión de
algún gen en particular. Estas terapias son muy prometedoras pero
todavía no se ha descubierto cómo administrarlas eficazmente. "El
cáncer es una enfermedad de los genes", afirma Sharp, que recibió el
Nobel de Medicina en 1993 por sus descubrimientos sobre la estructura
discontinua de los genes. Según Sharp, poder proporcionar ARN
directamente a las células cancerosas es todo un reto y la
nanotecnología podría ayudar creando nanopartículas que en lugar de un
fármaco contendrían directamente ácido ribonucleico. La
nanoterapia pretende ser muy selectiva y actuar sólo en la célula
cancerosa dejando intactas las células sanas. Así se evitarían los
efectos secundarios de la quimioterapia, ya que ésta ataca
indiscriminadamente a todas las células. La ingeniería también se
aplicará para entender mejor cómo se propagan los cánceres desde su
lugar de origen hasta otras partes del organismo, fenómeno conocido
como metástasis y que es responsable del 90% de las muertes por cáncer.
Según Robert Weinberg, biólogo especializado en Oncología Molecular del
MIT y descubridor del primer oncogén, este proceso es uno de los
aspectos de la enfermedad que menos se conocen debido a su complejidad. Además,
se ha visto que células de ciertos tumores tienen una especie de
"preferencia" para crear cánceres en determinados órganos. "Todavía no
sabemos por qué las células de un tumor de colon parece que prefieran
crear metástasis en el hígado ni por qué las de mama lo hacen
preferentemente en el cerebro y en los huesos", apunta Weinberg. Para
entenderlo mejor el biólogo está estudiando cuáles son los genes
implicados. Otra de las líneas de investigación del nuevo centro
es la resistencia que presentan ciertos tumores a algunos fármacos.
"¿Por qué el mismo tratamiento no tiene los mismos resultados en
cánceres que parecen similares?", se pregunta Michael Hemann, profesor
de Biología del MIT. La respuesta está en las mutaciones genéticas que
presenta cada tumor. "Es necesario entender mejor la base molecular de
cada tumor para poder ofrecer tratamientos personalizados, diseñados
especialmente para cada alteración genética en particular". En su
laboratorio, Hemann y sus colegas utilizan ratones con tumores que han
sido manipulados para que presenten las diferencias genéticas que los
investigadores quieren y observar cuál es el efecto de una terapia
determinada. "Una única diferencia genética puede determinar el éxito o
fracaso de la terapia", afirma el investigador. El objetivo es
proporcionar la terapia adecuada a cada tipo de tumor y evitar tener
que someter innecesariamente a los enfermos a largos y dolorosos
tratamientos de quimioterapia. El nuevo centro, denominado
Instituto Koch y que oficialmente ya está en pleno funcionamiento
aunque la construcción de su sede no estará lista hasta 2010, también
ha puesto especial énfasis en la investigación del sistema inmunológico
y de posibles vacunas contra el cáncer. El ingeniero de tejidos Darrell
Irvine trabaja para crear materiales sintéticos que faciliten el
estudio de las terapias inmunológicas. Asimismo, otro ingeniero, Dane
Wittrup, está desarrollando terapias basadas en anticuerpos cuya misión
es movilizar el sistema inmunológico para que sea capaz de eliminar las
células cancerosas.
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