Seis de cada diez argentinos padecen algún trastorno digestivo
funcional, como el síndrome de intestino irritable, la constipación o
el tránsito intestinal lento, entre los más frecuentes.
La cifra surge del denominado Mapa de Trastornos Digestivos, que fue
elaborado por la Organización Mundial de Gastroenterología (SGO, por
sus siglas en inglés) y la empresa Danone, con la ayuda de las
sociedades científicas de 142 naciones, incluida la Sociedad Argentina
de Gastroenterología (SAGE).
"A pesar de la escasa gravedad y del buen pronóstico habitual
de los trastornos funcionales del intestino, su impacto sobre la
calidad de vida es tan alto como en las enfermedades orgánicas, ya que
el grado de preocupación y de ansiedad que generan hace que los mismos
pacientes les den mucha importancia", comentó a LA NACION el doctor
Juan Andrés De Paula, ex presidente de la SAGE.
Tal es así que en el nivel global los trastornos funcionales
del intestino representan el 12% de las consultas de los centros de
atención primaria de la salud, según el informe elaborado por la SGO.
En la Argentina, en cambio, la prevalencia de estos trastornos
(62%) es levemente superior al promedio global (55%) y se expresa en
mayor medida entre las mujeres (71%).
"Las manifestaciones más frecuentes [de los trastornos
digestivos funcionales], como el tránsito lento, la pesadez, la
hinchazón, la diarrea funcional y la acidez repercuten en la calidad de
vida y generan malestares, pero son condiciones prevenibles y
absolutamente tratables si las personas adoptan dietas más sanas y
realizan consultas con los especialistas", afirmó el doctor Ricardo
Mastai, presidente de la SAGE.
"Es importante promover conductas y hábitos que tiendan a
mejorar el estilo de vida, como mantener una alimentación baja en
grasas saturadas, pobre en hidratos de carbono y rica en fibras
vegetales -agregó el doctor De Paula-. También hay que asegurar un
tiempo para el esparcimiento, promover la resolución de las
dificultades emocionales, ya que la intensidad de los síntomas depende
en mayor o menor medida del estrés emocional, y realizar ejercicio
físico."
Problemas de software
Los llamados trastornos digestivos funcionales incluyen un
grupo de alteraciones del funcionamiento gastrointestinal que se
manifiestan en ausencia de lesión o de daño estructural. O, en otras
palabras, en ausencia de enfermedad orgánica demostrable.
"Son problemas que tienen que ver más con el software que con
el hardware, suelo decirles a mis pacientes", comentó De Paula para
tratar de establecer un paralelismo entre el aparato digestivo y una
computadora.
Los síntomas, de todos modos, son reales. "Es difícil
comprender que existan síntomas sin daño orgánico -dijo De Paula-. Pero
hoy se sabe que la mayoría de los trastornos digestivos funcionales
tienen detrás una alteración de la sensibilidad funcional."
Esta hipersensibilidad visceral, que subyace a trastornos como
el síndrome de intestino irritable, la constipación funcional u otros
desórdenes funcionales no específicos, "es la cualidad de algunas
personas en las que ante pequeños estímulos se producen grandes señales
de dolor en el sistema nervioso. Conocer la existencia de esta
hipersensibilidad nos ha permitido dar respuestas más coherentes a los
pacientes".
En muchos casos, la clave del tratamiento pasa por una
modificación de la alimentación de cada paciente. Así ocurre, por
ejemplo, con los siguientes trastornos:
- Síndrome de intestino irritable:
mejora significativamente al reducir la ingesta de vegetales (como los
de hoja, las crucíferas, las legumbres y los cítricos), de leche y
picantes, y al incorporar fibras no irritantes.
- Sensación de distensión abdominal y digestión lenta: suele mejorar al excluir de la dieta alimentos con alta concentración calórica, ricos en grasas o azúcares concentrados.
- Constipación: frecuentemente mejora con la incorporación de fibras dietarias de origen vegetal.
Dado que el estrés emocional está vinculado con la
intensidad de los síntomas, el doctor De Paula concluyó que "a veces
basta con darle al paciente una explicación coherente de lo que le
sucede para aliviarlos".
Diez consejos clave
- Coma con más frecuencia y menor cantidad en
cada comida, sin aumentar la ingesta total de calorías. Es preferible
comer menor cantidad 5 veces al día que 2 o 3 comidas abundantes.
-
Incluya fibra en su dieta. Coma 5 porciones de frutas y verduras al día. Aumente su consumo diario de cereales y legumbres.
-
Aumente su consumo de pescado (entre 3 y 5 veces días por semana).
-
Reduzca el consumo de comidas ricas en grasas y frituras.
- Consuma alimentos lácteos con fermentos,
especialmente probióticos.n Intente consumir carnes con menor contenido
graso (pollo, pavo, conejo o cortes magros de vaca, cerdo o cordero).
-
Aumente el consumo de agua (2 litros diarios) y reduzca el de bebidas con cafeína, alcohólicas o azucaradas.
-
Tómese su tiempo para comer y masticar bien la comida.
-
Lleve un estilo de vida saludable. Incluya el hábito de ejercitar regularmente y no fumar.
-
Mantenga un índice de masa corporal saludable. Las personas con problemas de obesidad suelen sufrir más desórdenes digestivos.
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