Tener diabetes podría generar problemas de audición. Esto, al menos, es lo que sugiere un reciente estudio, que establece una relación directa entre ambos trastornos. Según sus datos, las alteraciones en el oído podrían ser una complicación no reconocida del trastorno metabólico.
"Las pérdidas de audición son mucho más comunes entre las personas con diabetes.
Y no parecen estar causadas por otros factores, como la exposición a
ruidos, ciertas medicinas o el hábito de fumar", explican los autores
de esta investigación, cuyos resultados se publican en el último número
de la revista 'Annals of Internal Medicine'.
Para comprobar si existía una relación entre ambos trastornos, los
investigadores usaron la información de una encuesta sobre salud y
nutrición en Estados Unidos. En total, analizaron los datos de 5.140
adultos de edades comprendidas entre los 20 y los 69 años. Entre otras
mediciones, los participantes debían someterse a una evaluación de su
capacidad auditiva y completar un cuestionario en el que se les
preguntaba si estaban diagnosticados como diabéticos, si habían tomado
determinados fármacos o estaban expuestos a ruidos intensos en su
rutina habitual.
Los resultados mostraron una mayor prevalencia de los problemas
auditivos entre los diabéticos (la incidencia era significativamente
más alta (como media un 28%- en todos los grupos de edad, excepto en ancianos).
Aunque este trabajo no ha entrado a evaluar las causas de esta
asociación, los investigadores sugieren que los altos niveles de azúcar
en sangre pueden provocar daños en los capilares y nervios que existen en el oído interno, provocando una pérdida de audición.
"Nuestros datos sugieren que la pérdida de audición podría ser una
complicación no reconocida de la diabetes", señalan los investigadores.
"Hemos identificado un importante problema de salud pública que debe
tenerse en cuenta", remarcan estos autores, quienes sugieren que todos
los enfermos de diabetes deberían realizar revisiones periódicas de sus
oídos.
Cautela ante los datos
Con todo, los investigadores reconocen que su trabajo tiene importantes limitaciones.
En primer lugar, los casos de diabetes fueron señalados por los
participantes a través de un cuestionario y sólo se verificó la
existencia de la enfermedad en unos pocos individuos a través de un
análisis de sangre. Además, no distinguieron entre los casos de diabetes tipo 1 y tipo 2.
Por último, la exposición al ruido de cada participante no se midió de
forma objetiva, sino que también se usaron las percepciones personales
de los individuos, por lo que los resultados podrían estar sesgados.
En un editorial que acompaña a este trabajo, se destaca que la
investigación no aclara "si la severidad de la diabetes está
relacionada con las probabilidades de sufrir una pérdida de audición".
Sin embargo, también remarca que sus hallazgos pueden ser un importante
paso para el futuro. "Hoy en día tenemos pocas opciones terapéuticas
para la pérdida de audición progresiva por cualquier causa, y este
estudio puede conducir a importantes progresos en nuevas técnicas para
estudiar y tratar los daños microvasculares del oído interno", concluye.
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