Es lo que concluye un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Michigan, presentado en la 90 reunión anual de la Endocrine Society en San Francisco.
El
ejercicio no inhibe el apetito en las mujeres obesas como lo hace en
las mujeres delgadas, según un estudio de la Universidad de Michigan,
presentado en la 90 reunión anual de la Endocrine Society en San Francisco.
"La falta de supresión de apetito puede promover
más consumo de alimentos después de la práctica de ejercicio en el caso
de las mujeres obesas", explica Katarina Borer, investigadora de la
División de Kinesiología de la citada universidad y autora principal
del estudio. "Esta información ayudará a terapeutas y médicos a
entender las limitaciones del ejercicio en el control del apetito para
la pérdida de peso en personas obesas", añadió.
Los autores pretendían entender mejor cómo las
variaciones en los niveles de grasa en el cuerpo influyen en el apetito
y en la hormona leptina, que en los animales reprime el hambre cuando
aumenta la grasa corporal. Cuando aumentan los niveles de leptina,
supuestamente se suprime el apetito y se motiva la actividad física
para quemar calorías. Sin embargo, mientras la gente obesa se hace más
gorda, sus niveles de leptina aumentan, pero se hacen resistentes a las
acciones de esta hormona. "La hormona no hace el trabajo que
supuestamente debería hacer en personas delgadas", dice Borer.
Su equipo estudió a 20 mujeres después de la
menopausia: 10 delgadas y 10 obesas. Las mujeres consumieron tres
comidas de mantenimiento de peso al día, mientras participaban en tres
experimentos en tres días separados. Durante un experimento no
practicaron ejercicio. En los otros dos, las mujeres se ejercitaron en
la cinta de andar por la mañana y por la tarde. Quemaron 500 calorías
cada vez, llegando a un total de 1.000 calorías diarias. Estos dos
experimentos se diferenciaron en intensidad. Uno suponía caminar
intensamente, o a un 80% del esfuerzo máximo, durante 7,5 minutos, con
periodos de descanso de 10 minutos entre 10 sesiones de caminatas, y el
otro fue la mitad de intenso, un 40% del esfuerzo máximo e incluía
caminar durante 15 minutos y descansar durante 5 minutos. Cada hora y
antes de cada comida, las participantes registraron su nivel de apetito
en una escala de 10 puntos desde nada de hambre hasta extremadamente
hambrientas. Se recogieron muestras de sangre cada 15 a 60 minutos para
medir los niveles de hormonas.
Las mujeres obesas aseguraron tener menos hambre
que las mujeres delgadas antes de las comidas e informaron no
experimentar una inhibición del apetito durante los ejercicios, dice
Borer. Como se esperaba, los niveles de leptina eran mucho más altos en
las mujeres obesas que en las mujeres delgadas, mostró el estudio. Pero
durante ejercicio intenso, las mujeres obesas no tuvieron una
producción reducida de leptina, como las mujeres delgadas. Sólo
ejercicio de intensidad moderada redujo la leptina en las mujeres
obesas.
"La obesidad interfiere con la detección de
leptina del uso de energía de ejercicio e inhibición de apetito,
explica la investigadora. Las mujeres obesas quizás deban controlar sus
calorías conscientemente porque al parecer algunas de las señales de
satisfacción hormonal no funcionan tan bien".