Varias empresas compiten por ofrecer secuencias de genoma completo por 1.000 euros.
¿Qué haría si pudiera acceder, por un
precio módico, a la secuencia de su propio genoma? Una vez interpretada
la información que contiene, al menos hasta el nivel que permiten los
conocimientos actuales, con esa secuencia se podría conocer el riesgo
de padecer determinados tipos de cáncer, enfermedades
neurodegenerativas y cardiovasculares o diabetes, entre otras
dolencias. También, por qué no, se podrían averiguar los detalles
médicos sobre los antepasados de una persona. Pues bien, esa
posibilidad será pronto real.
En la muy citada película de ciencia ficción "Gattaca" los
ciudadanos pueden llevar muestras biológicas a puestos callejeros, como
quioscos, para su secuenciación. Las muestras en cuestión pueden ser
cualquier cosa que su dueño haya dejado olvidada: un pelo, una
servilleta, una colilla, un vaso usado... Y de ellas, presuntamente, se
puede saber casi todo, desde el estado de salud presente y futuro hasta
los rasgos de la personalidad.
Nadie duda de que la secuenciación rápida del genoma
acabará siendo cotidiana, y parece que pronto. Otra cosa es si el
escenario que plantea la película es exagerado o no. La primera
pregunta es: ¿qué información se obtiene hoy de los genomas? En
realidad, la información que en estos momentos puede leerse en el
genoma no es demasiada.
La mayoría de los marcadores para enfermedades habituales conocidos
hasta ahora aumentan en poco el riesgo de padecerlas, por lo que
podrían causar una ansiedad injustificada. ¿Cómo puede afectar a la
vida cotidiana el saber que se tiene un riesgo algo más elevado de
padecer una enfermedad incurable como el Alzheimer, por ejemplo?
Con efectos secundarios
Pero los expertos en bioética señalan que lo principal no es tanto
lo que el genoma diga "ahora", sino lo que muy probablemente dirá en un
futuro no muy lejano, cuando se empiece a decodificar también la acción
de redes de genes en un momento determinado del desarrollo. Entonces se
agravará enormemente otro posible efecto secundario de la
generalización de la secuenciación de genomas, un problema que ya se
entrevé ahora: la pérdida de intimidad y la discriminación social, que
puede afectar no sólo a la persona cuyo genoma es secuenciado sino
también a sus familiares.
La generalización de la secuenciación de genomas conllevará pérdida de intimidad y discriminación social
No en vano el pasado mayo fue aprobada en EE.UU. el Acta de No
Discriminación por la Información Genética (GINA, siglas en inglés),
que prohíbe el uso inadecuado de este tipo de información a las
compañías de seguros y las relaciones laborales. En concreto, no
permite a las aseguradoras subir las primas o denegar cobertura a
alguien con mayor predisposición genética a padecer una enfermedad en
el futuro, por ejemplo. Tampoco pueden los empresarios basarse en los
genes para decidir contratar, despedir o promocionar a un empleado.
En cualquier caso, el avance de la secuenciación barata es
imparable. Lo facilitan los propios Institutos de Salud Estadounidenses
(NIH), que financian el desarrollo de tecnologías que abaratan y
aceleran la secuenciación. Además, hay en juego un premio de 10
millones de dólares para quien logre secuenciar 100 genomas humanos en
10 días.
Secuenciación rápida y barata
Las primeras interesadas son las empresas, que han identificado un
mercado claro. El pasado febrero la compañía Illumina dijo que había
logrado secuenciar el genoma de un hombre anónimo de la etnia africana
yoruba, de Nigeria, por unos 100.000 dólares y "en cosa de unas
semanas". Este mismo mes ha completado el trabajo, con los genomas de
una mujer y un niño también yorubas. Las tres secuencias serán
depositadas en la base de datos del Centro Nacional para la Información
Biotecnológica estadounidense, donde quedarán a disposición de toda la
comunidad científica.
La hazaña es seguida de cerca por otra compañía estadounidense, 454
Life Sciences, que el año pasado secuenció el genoma del premio Nobel
James Watson, co-descubridor del ADN,
por alrededor de un millón de dólares. También por el mismo precio fue
secuenciado el genoma de un hombre asiático, según anunciaron en
octubre del pasado año investigadores chinos del Instituto de Genómica
de Beijing. Como referencia, la secuenciación del primer genoma humano,
completada el 2001, llevó más de una década y costó 3.000 millones de
dólares.
Tal vez un indicio de que la carrera por la secuenciación rápida y
barata es muy intensa es que todos esos anuncios han sido acogidos con
cierto escepticismo por la comunidad científica. Para algunos, los
anuncios son, sobre todo, una manera de publicitar las técnicas y
equipos de secuenciación de cada empresa. Los expertos comentan también
que es difícil comparar logros y costes, porque ninguna compañía ha
hecho públicos los detalles de los métodos empleados.
PROYECTO 1.000 GENOMAS
Mientras la carrera avanza, lo hacen también los esfuerzos por
entender la información contenida en los genomas. Este año ha echado a
andar el proyecto internacional "1.000 Genomas", que pretende "mapear"
el genoma con mucha mayor precisión que hasta ahora, e identificar así
muchas más variaciones genéticas humanas. Es el paso siguiente al
proyecto HapMap,
que ha generado en los últimos años más de 130 variantes implicadas en
un amplio número de enfermedades comunes, incluyendo la diabetes de
tipo 2, enfermedades cardiovasculares, cánceres de mama y próstata,
artritis reumatoide y algunas enfermedades mentales.
Se espera que la lista aumente mucho más con los 1.000 Genomas, un
proyecto en el que participan ya tres organismos clave en genómica,
como el Instituto Sanger, en Cambridge (Reino Unido), el Instituto
Nacional para la Investigación del Genoma Humano estadounidense y el
Instituto de Genómica de Beijing. También han confirmado ya su
colaboración varias de las compañías privadas que desarrollan técnicas
de secuenciación rápida, algo que los investigadores celebran. "La
mayor capacidad actual para secuenciar, y la experiencia que
proporcionan estas compañías en la fase piloto nos permitirán explorar
el genoma humano incluso con mayor rapidez y velocidad de lo previsto
inicialmente", ha declarado Richard Durbin, del Instituto Sanger.
"Es una situación en la que todos ganan. Para las compañías es una
gran oportunidad de poner a prueba su tecnología con cientos de
muestras de ADN humano, y el proyecto obtendrá datos y la posibilidad
de alcanzar sus objetivos de forma más eficiente", añade Durbin.
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