Los avances en medicina molecular están reportando muchos beneficios a otras especialidades. Este es el caso de la anestesiología, que busca cómo se pueden introducir estos adelantos en el tratamiento del dolor. El 70% de los pacientes sufren dolor fisiológico tras una operación, pero en la mayoría de casos éste no se convierte en crónico. Sin embargo, en el caso de los pacientes que han sufrido una operación de hernia inguinal, el 50% tiene dolor patológico seis meses después de la intervención.
Margarita Puig, anestesióloga del Hospital del Mar, en Barcelona, ha reconocido que gracias a los adelantos moleculares se está haciendo frente al dolor, sobre todo el postoperatorio. “Trabajamos muy estrechamente y deberíamos hacerlo mucho más. Espero que los investigadores básicos nos ayuden a solucionar el dolor y a descubrir por qué el agudo se convierte en crónico y por qué no existen analgésicos orientados a cada tipo”.
Existe un dolor fisiológico, que debe desaparecer, y un dolor patológico o neuropático, que persiste aún desaparecida la lesión. “Tras un esguince, puede permanecer durante un año”. Esta evolución del dolor se produce mediante unos cambios genotípicos de las células nerviosas, que sintetizan de forma diferente a la habitual y mandan esta información a la médula espinal, procesando el dolor de forma exagerada”. Sin embargo, se desconocen las causas que provocan este cambio. También resulta complicado establecer un analgésico para cada tipo de dolor, ya que cada uno se procesa de forma diferente y es muy difícil establecer qué canal iónico está en la punta del nervio. En cualquier caso, “el dolor nunca ha preocupado lo suficientemente a las autoridades sanitarias o a la población, porque no mata”. El 70 por ciento de los pacientes sufren dolor fisiológico tras una operación, pero en la mayoría de casos éste no se convierte en crónico. Sin embargo, en el caso de los pacientes que han sufrido una operación de hernia inguinal, el 50 por ciento tiene dolor patológico seis meses después de la intervención. “No tiene sentido que, una vez curado el proceso inflamatorio, permanezca el dolor en la zona”, ha lamentado la anestesióloga durante el III Curso para postgraduados Fundamentos Moleculares de la Medicina, dirigido por Enrique Blázquez, en Madrid. Opioides
Los opioides son muy eficaces en el tratamiento del dolor postoeperatorio, agudo o inflamatorio, ya que la morfina y sus derivados pueden eliminarlo totalmente, sobre todo en el caso del dolor inflamatorio. No obstante, producen efectos no deseados, como vómitos o somnolencia, aunque no problemas de adicción. Para evitar los efectos adversos de la morfina se pueden combinar dos analgésicos a nivel clínico. Existe una terapia génica para el tratamiento del dolor que se ha iniciado de forma experimental en Estados Unidos para pacientes con cáncer. Consiste en modificar el vector vírico, al cual se le introduce un precursor del péptido opioide endógeno, que al liberarse a nivel de la piel y de la médula espinal produce analgesia efectiva sin efectos adversos. Así, “mediante una inyección en el lugar de la operación se podría eliminar el dolor postoperatorio”. Este estudio se encuentra en fase II y si concluye con éxito podría aportar beneficios en diez años. |