El rendimiento de la memoria de trabajo y de la memoria declarativa verbal disminuye considerablemente tras la ingestión intensiva de alcohol en pocas horas y estos efectos se mantienen a largo plazo. La ingestión intensiva de alcohol el fin de semana provoca una reducción significativa del rendimiento en la memoria de trabajo y en la memoria declarativa verbal.
Así se demuestra en un estudio que se está
realizando en la Universidad de Santiago de Compostela con un grupo de
estudiantes que siguen este patrón de consumo y que carecen de síntomas
clínicos. Son los primeros resultados de un trabajo que tendrá un
seguimiento de cinco años y que está desarrollando el Grupo de
Investigación en Neurociencia Cognitiva de esta universidad, dirigido
por el profesor Fernando Cadaveira.
Tras comprobar que la
ingesta de grandes cantidades de alcohol en pocas horas durante el fin
de semana tiene consecuencias a nivel neurocognitivo, el objetivo es
verificar si se mantienen a largo plazo y tienen impacto en la
evolución académica. "Los miembros del grupo estudiado tienen en su
conjunto una merma en el rendimiento estadísticamente significativa con
respecto al grupo de control cuando deben recordar un texto que han
leído, algo que se hace más evidente si se deja transcurrir un tiempo.
Por
otra parte, cuando se registran potenciales evocados ante tareas de
discriminación con implicación de memoria de trabajo, sus cerebros
parecen discriminar peor los estímulos relevantes de aquéllos que no lo
son", ha explicado Cadaveira. El estudio muestra, además, que una
cuarta parte de los estudiantes de primer año de carrera presentan al
menos una vez al mes un patrón de consumo intensivo de alcohol (más de
cinco unidades de bebida equivalente en el hombre, más de cuatro en
mujeres en una única sesión de pocas horas) y que un tercio pueden ser
considerados bebedores de riesgo.
Para llegar a estas
conclusiones, el equipo de Neurociencia aplicó un cuestionario a más de
3.200 alumnos de primer curso de las tres últimas promociones
incorporadas a la Universidad de Santiago.
Después de una
entrevista y otras pruebas, seleccionó a un grupo de estudiantes con
patrón de consumo intensivo y a un grupo de control de no bebedores o
bebedores ligeros. "Lo novedoso es que se trata de una muestra de
jóvenes normales, sin complicaciones clínicas", ha aclarado el
coordinador. A tenor de los datos del informe, un 23 por ciento de los
hombres informaron al menos de tres episodios de consumo intensivo en
los últimos 30 días, frente a un 8 por ciento de las mujeres.
Un
total de 136 voluntarios pasaron por pruebas neuropsicológicas y el
registro de la actividad eléctrica cerebral evocada. Se emplearon 18
pruebas dirigidas a evaluar especialmente funciones mediadas por
algunas de las regiones cerebrales que parecen más vulnerables a este
patrón de consumo, como la corteza prefrontal, relacionada con procesos
de atención, toma de decisiones o control comportamental, y el
hipocampo, vinculado a la formación de nuevas memorias o la memoria
espacial. Estas estructuras están entre las que tardan más tiempo en
completar su maduración.
Estudios en modelos animales y en
humanos indican una mayor vulnerabilidad del cerebro adolescente,
"particularmente en esas estructuras de maduración tardía". El inicio
temprano parece confirmarse como un factor adicional de riesgo.
"Mediante neuroimagen estructural se ha visto que jóvenes con problemas
relacionados con el alcohol tienen una reducción del hipocampo y de la
corteza prefrontal", ha recordado Cadaveira.
"No obstante, las
muestras de estos trabajos son excesivamente pequeñas y es necesario
proseguir con las investigaciones". Aunque todavía no existen
evidencias tan dramáticas en jóvenes sanos, Cadaveira ha alertado del
peligro que para adolescentes y jóvenes representa la reiteración de
episodios con picos elevados de intoxicación.
Duración del seguimiento
El
estudio completará su evaluación cuando los jóvenes lleguen al final de
su carrera: "Con cinco años de seguimiento, esperamos poder comprobar
si los déficits que hemos detectado persisten en el tiempo o se agravan
y si tienen consecuencias a nivel académico".
Asimismo, se
valorará la interacción del alcohol y el cánnabis. La investigación
está financiada por la Xunta de Galicia y la Delegación del Gobierno
para el Plan Nacional de Drogas.
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