Expertos explican que el padecimiento ataca principalmente a personas entre 15 y 35 años, y se trata del cáncer de sangre más común en la niñez.
El embarazo puede ser una de las etapas más
felices de una mujer; sin embargo cuando recibe el diagnóstico de
linfoma no Hodking, (cáncer que afecta el sistema linfático), puede
convertirse en un martirio. No obstante, hay alternativas de
tratamiento para las mujeres gestantes.
Este padecimiento ataca principalmente a personas de entre 15 y 35
años, es decir, en la edad reproductiva y de 50 a 70 años. Éste es el
cáncer de sangre que se presenta con mayor frecuencia y es el tercer
cáncer más común en la niñez.
Algunas mujeres embarazadas son diagnosticadas durante la revisión
rutinaria de la gestación, señala el doctor Luis Mario Villela,
hematólogo y especialista en trasplante de médula ósea.
El también médico internista señala que entre 75 y 95% de las personas
diagnosticadas en etapas tempranas con linfoma no Hodking se pueden
curar.
¿Cómo detectarlo?
Los síntomas son hinchazón no dolorosa de los ganglios linfáticos en
cuello, abdomen, axila o ingles que no cede con el uso de
antiinflamatorios después de 10 días; fiebre, dolor de garganta, de
huesos y articulaciones, sudoración nocturna, fatiga, pérdida de peso y
de apetito, infecciones recurrentes.
Lo que le da origen
Entre las causas se encuentran las infecciones por virus oncogénicos y
por bacterias como la Helicobacter pylori que genera síntomas como la
gastritis, pero en realidad puede ser un linfoma gástrico, además
influye la respuesta inmunológica del paciente. También se habla de
ciertas sustancias químicas, como por ejemplo, las usadas en algunos
tintes de cabello o las empleadas en las prótesis mamarias, afirma el
hematólogo Luis Villeda.
El doctor debe determinar el estadio de la enfermedad y saber si está localizado o ya está generalizado.
Importante un diagnóstico a tiempo
Para determinan en donde se localiza la enfermedad, es necesario
realizar pruebas de diagnóstico como la tomografía, la radiografía de
alguna área del cuerpo (de pequeña radiación), o bien un estudio de
resonancia magnética, que utilizan eco sonidos para determinar si
existe enfermedad en el abdomen y el ultra sonido con ecoplex para
conocer el crecimiento de ganglios.
El riesgo del tratamiento
Una vez diagnosticada la enfermedad, el tratamiento dependerá de la
etapa de gestación y del lugar en donde se localice. Por ejemplo, una
embarazada con un linfoma localizado en el cuello puede recibir
radioterapia en la zona, gracias al uso de un chaleco de plomo para
proteger el tórax.
Lo que no se puede hacer, señala, es darle terapia con monoclonales porque la molécula activa llega a la placenta.
Por otro lado, el linfoma agresivo debe tratarse con ciclos cortos de
radioterapia, dependiendo de la zona en donde se encuentre, por ejemplo
en la axila.
Pero cuando el cáncer está en etapa avanzada, la paciente debe tratarse
con quimioterapia; sin embargo, puede tener efectos en el bebé, por
ejemplo, bajo peso al nacer, parto prematuro o alteraciones
inmunológicas.
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