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| Un 10 por ciento de los adultos sanos presentan ictus silentes |
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| Diario Médico | ||
| viernes, 27 de junio de 2008 | ||
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Aparentemente no tienen problemas de salud, pero en realidad están sufriendo microinfartos cerebrales. Un 10 por ciento de los adultos de mediana edad han tenido de forma inadvertida accidentes cerebrovasculares silentes, según revela un trabajo que aparece en Stroke. Una de las pequeñas arterias intracerebrales sufre una isquemia: se ha producido un ictus, pero en algunos casos este microinfarto cerebral pasa inadvertido a quien lo sufre, aunque constituye un factor de riesgo para nuevos ictus y es un signo de deterioro cognitivo progresivo que puede terminar en demencia. La presencia de los ictus lacunares asciende a un 10 por ciento de la población adulta general, según apunta un estudio que se publica hoy en Stroke, la revista oficial de la Asociación Americana del Corazón.En el trabajo se realizaron resonancias magnéticas a 2.000 personas con una edad media de 62 años; todos ellos eran hijos de los participantes en el famoso estudio observacional Framingham Heart Study y constituían el Framingham Offspring Study, donde se han realizado diversas pruebas clínicas a lo largo de ocho años. El 10,7 por ciento de los sujetos que no tenían síntomas de ictus mostraron haber sufrido microinfartos silentes en la resonancia. En trabajos previos la incidencia de estas discretas lesiones se había atribuido a entre el 5,8 y el 17,7 por ciento, dependiendo de la edad y la etnia entre otros factores. De los participantes estudiados con ictus silentes, el 84 por ciento presentaban una única lesión. En el trabajo también se ha correlacionado el perfil de riesgo de ictus de los participantes con la prevalencia de los microinfartos silentes. Y por primera vez se ha encontrado una vinculación significativa entre la fibrilación atrial y el riesgo de ictus silente. Otros factores, como la edad, la presión arterial sistólica, el tratamiento antihipertensivo, la diabetes, el tabaco, la enfermedad cardiovascular y la hipertrofia ventricular izquierda ya se habían relacionado, y también se confirmaron en este estudio. Sudha Seshadri, autora principal del trabajo y profesora de Neurología en la Universidad de Boston, destaca que "la fibrilación atrial multiplica por dos el riesgo de ictus silente". De hecho, la fibrilación, que es la arritmia más frecuente entre los mayores de 65 años, comparte factores de riesgo con los microinfartos, por lo que los autores hablan de coincidencia de ambas patologías más que de una relación causal. Otros riesgos que favorecen los accidentes cerebrovasculares son una elevada presión arterial sistólica, así como altos niveles sanguíneos de homocisteína, y también se encontraron en los sujetos estudiados. Los datos proceden de un trabajo observacional, por lo que no indicaron si un tratamiento adecuado de la fibrilación atrial reduce el impacto de los ictus. Además, los autores reconocen que estas conclusiones no pueden generalizarse a todos los grupos étnicos, pues la mayoría de los participantes en el Framingham tienen ascendencia europea. "La relación entre hipertensión, presencia elevada en sangre de homocisteína, enfermedad en la arteria carótida e ictus silentes subraya la importancia de actualizar las guías para mejorar el diagnóstico precoz y la prevención de factores de riesgo como la hipertensión y la ateroesclerosis". Pérdida auditiva: una pistaUna repentina y pasajera pérdida auditiva puede indicar susceptibilidad al ictus. Un seguimiento de 1.423 pacientes hospitalizados por un episodio agudo de pérdida de audición neurosensorial reveló que cinco años después tenían 1,5 veces más probabilidades de ictus que el grupo control, integrado por 5.692 pacientes que fueron ingresados por una apendicitis, según se publica en Stroke.El coordinador de la investigación, Herng-Ching Li, de la Universidad de Taipei, en Taiwán, asegura que "por primera vez se ha asociado la pérdida auditiva repentina, por lo que hay que ser cautos y esperar a nuevos estudios que lo confirmen". Los resultados del trabajo están limitados porque no incluyen una definición clara y universal de pérdida auditiva neurosensorial, ni tampoco incluyen otros factores de riesgo para el ictus.
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