Tire a la basura sus cartas del tarot y no visite nunca más al adivino para que le lea la mano, porque algún día será posible predecir su esperanza de vida, mediante un análisis de sus leucocitos. Así lo demuestra un estudio, que se ha presentado en la conferencia organizada por la Fundación Methuselah en los Ángeles, y realizado por el equipo de Sonya Vasto, de la Universidad de Palermo (Italia). A través de este estudio han tratado de descubrir si estas células sanguíneas tienen algo que ver con la posibilidad de vivir más años.
Por
todos es conocido que los hijos que tienen padres longevos suelen vivir
muchos años también, pero nadie sabe cuál es la razón. Los leucocitos
son los encargados de defender al organismo de posibles infecciones, y
por tanto pueden retrasar la muerte del sujeto.
Para
ver cómo puede afectar el estado de los leucocitos con la longevidad,
el equipo de investigadores ha analizado los leucocitos de 45 hombres y
mujeres, de entre 75 y 90 años, con una única condición: que sus padres
hubieran nacido en Sicilia entre los años 1900 y 1908.
Al
menos uno de los padres de 25 de los sujetos había alcanzado el
centenario de vida y el otro cónyuge había fallecido a una edad
superior a la media de vida establecida para la población italiana, que
ronda los 67 años para los hombres y los 72 años en el caso de las
mujeres. Los 20 sujetos restantes sirvieron como controles, dado que
habían perdido a sus padres sin haber alcanzado la esperanza media de
vida.
Los
investigadores hallaron en los dos grupos una diferencia significativa
en relación con el número de células-B indiferenciadas en sangre.
“Nuestro principal descubrimiento ha sido descubrir un mayor número de
células B indiferenciadas en sujetos con padres de más de cien años de
vida”, afirmó Vasto.
Dado
que los resultados son preliminares, aún no se puede revelar la
magnitud del aumento. Sin embargo, las células B son componentes
vitales del sistema inmune, ya que son las encargadas de fabricar
anticuerpos capaces de combatir a invasores, como las bacterias.
A
diferencia de las células B maduras, cuya función es atacar a los
enemigos que el organismo ya ha detectado anteriormente, las células B
indiferenciadas están preparadas para atacar a los microbios de los que
el organismo no tenía conocimiento previo. Cuanto mayor sea la reserva
de este ejército, mayor será la posibilidad del organismo de luchar
contra nuevas infecciones, señaló Vasto, y por tanto mayor la
posibilidad de longevidad.
La
investigadora espera que el hallazgo de las células B indiferenciadas
sea utilizado para que las personas descubran nuevas vías para alcanzar
la ansiada longevidad: si el sujeto descubre que tiene un número
inferior de esta clase de células podrá tomar medidas para prevenir
posibles infecciones.
Aubrey de Grey, gerontólogo de la Universidad
de Cambridge y presidente de la fundación Methuselah, ha señalado que
las células B indiferenciadas son uno de los primeros marcadores
fisiológicos de la vejez que han sido identificados. “Hasta el momento
habíamos tenido poco éxito en la identificación de factores que
pudieran predecir cuánto tiempo puede vivir una persona”, afirmó. “No
sabemos si este descubrimiento podrá ser la base de futuras
intervenciones de prolongación de la vida, sólo sabemos que existen
posibilidades de que así sea”.
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