Imagine un análisis de sangre capaz de detectar células tumorales 'sueltas' en el torrente sanguíneo de un paciente con cáncer de pulmón. Una prueba tan precisa que pudiese analizar esas células para ir viendo si el sujeto responde a los fármacos; incluso capaz de ver si el tumor evoluciona genéticamente durante el tratamiento y se vuelve más agresivo con el tiempo. Todo ello sin tener que hacer una biopsia del pulmón. Esa prueba es el sueño de cualquier oncólogo y en el Hospital General de Massachusetts (EEUU) parecen empeñados en convertirla en una realidad.
Ya dieron los primeros pasos para ello en diciembre de 2007
cuando lograron diseñar un test capaz de 'cazar' en una muestra de
sangre esas células cancerosas que se escapan al torrente sanguíneo
desde un tumor sólido (da igual que esté en la mama, el pulmón...) y
que son consideradas precursoras de las metástasis. Todo un logro si se
tiene en cuenta que encontrarlas se parece mucho a buscar una aguja en
un pajar... ¡Un pajar compuesto por otros mil millones de células
sanguíneas! En esta ocasión, el mismo equipo ha demostrado que no sólo es
posible identificar y aislar esas células tumorales circulantes en la
sangre, sino que además se puede analizar su perfil genético para ver qué tratamiento debe recibir el paciente o
si el cáncer de pulmón ha dejado de responder a la terapia. Sus
resultados se han adelantado en la edición digital de la revista 'The New England Journal of Medicine'.
Analizar EGFR antes del tratamiento
Los científicos analizaron muestras de sangre de 27 pacientes con
cáncer de pulmón de células no pequeñas; una variedad que representa el
80% de estos tumores. De ellos, 23 tenían una mutación en sus células
(concretamente en la proteína EGFR) que hace que respondan
particularmente bien a ciertos fármacos, los inhibidores de la
tirosin-quinasa. Sin embargo, aunque los pacientes con esta 'marca' genética reaccionan muy bien a estos fármacos, muchos de ellos desarrollan resistencias a los tratamientos y vuelven a recaer transcurrido cierto tiempo.
Antes de iniciar el tratamiento es posible analizar esa mutación en
la muestra de tejido que se obtiene durante la biopsia (una prueba no
exenta de riesgos). Pero, ¿y después? ¿Cómo se puede seguir la
evolución de las células tumorales y detectar si desarrollan mutaciones
adicionales? ¿Cuál es la mejor manera de identificar a los candidatos
idóneos a recibir los fármacos anti-EGFR y ahorrárselos a quienes no
van a responder?
En el trabajo, se hicieron análisis de sangre regularmente a los pacientes mientras éstos estaban en tratamiento.
El microchip fue capaz de 'acertar' la presencia de la mutación EGFR en
el 92% de los casos; y permitió detectar además qué pacientes que sí
habían respondido inicialmente al tratamiento desarrollaron nuevas
mutaciones que les volvieron resistentes a las terapias.
Aún en fase experimental
"Esta tecnología [que aún no está comercializada] nos ofrece un método no invasivo para repetir los análisis en el curso del tratamiento",
destaca Daniel Haber, director del ensayo, en declaraciones a
elmundo.es. Este especialista reconoce que el 'atrapa células' está en
fases preliminares, y advierte que tardarán al menos otro año más hasta
que la tecnología esté lista para ser utilizada en ensayos clínicos más
amplios.
En los participantes que sí tenían la proteína EGFR, el número de
células circulantes en sangre empezó a descender cuando se inició el
tratamiento con inhibidores de la tirosin-quinasa; aunque volvieron a
aumentar cuando el tumor se hizo resistente y desarrolló mutaciones
adicionales. "Si el genotipo del tumor no permanece estable durante la terapia,
es esencial saber qué estamos tratando en cada momento", explica Haber;
"y la biopsia que hacemos al principio no nos puede decir nunca los
cambios que irá experimentando el cáncer durante el tratamiento".
Como subraya en un editorial en la misma revista Joan Schiller, de
la Universidad de Texas Southwestern, es posible que este tipo de tests
incremente inicialmente el coste de la atención a los pacientes con
cáncer; pero son la única manera de hacer realidad la llamada medicina
personalizada: "Reduciendo el número de pacientes que son expuestos
innecesariamente a la toxicidad de ciertos fármacos".
"El chip abre un nuevo campo de posibilidades para estudiar el tumor en tiempo real",
asegura optimista Haber, "[en el futuro] tendremos nuevas opciones para
medir la respuesta al tratamiento, definir parámetros predictivos y
estudiar la biología de las metástasis que se propagan por el organismo
a través del torrente sanguíneo".
El editorialista coincide con él en que habrá que seguir estudiando
si el test es viable para identificar y aislar células circulantes con
suficiente pureza como para que estos datos guíen las decisiones
clínicas sobre cada paciente (incluso en tumores diferentes al de
pulmón). Sin embargo, sí subraya que el trabajo es lo que se llama "una prueba de concepto". Una
primera demostración de que "la captura y análisis de estas células de
pacientes con cáncer de pulmón es posible y nos acerca aún más a la era
de la medicina personalizada".
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