El corazón de la génesis de enfermedades como las esquizofrenias y los síndromes del espectro autista son las interneuronas, según la hipótesis que defiende e investiga el neurocientífico Óscar Marín, galardonado en la tercera edición del Premio Banco Sabadell. Las interneuronas podrían estar involucradas en la génesis de las esquizofrenias y los síndromes de espectro autista.
Ésta es la hipótesis que investiga Óscar
Marín Parra, científico del Instituto de Neurociencias de Alicante,
adscrito a la Universidad Miguel Hernández y al Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC) y distinguido con el III Premio
Banco Sabadell a la Investigación Biomédica, dotado con 50.000 euros y
que es el más importante de España dirigido a jóvenes investigadores.
El
jurado de este prestigioso galardón está presidido por Josep Baselga,
jefe del Servicio y coordinador de Oncología, Hematología Clínica y
Radioterapia del Hospital del Valle de Hebrón, de Barcelona, y cuenta
entre sus miembros con otras figuras destacadas de la ciencia española.
En
esta tercera edición del premio, instituido en 2006, han concurrido 33
candidaturas. Óscar Marín ha sido distinguido por el jurado "por sus
extraordinarias contribuciones en el campo de la neurobiología del
desarrollo".
Los 'pasillos neuronales'
El
jurado ha valorado que, a pesar de su juventud -Marín tiene 37 años-,
este investigador y su grupo hayan sido pioneros en revelar los
mecanismos -los "pasillos neuronales"- por los que las neuronas
encuentran la vía adecuada en su migración a la corteza cerebral, lo
que permite que ésta se estructure correctamente.
Para ello,
Marín y sus colaboradores han estudiado cómo se forman el cerebro y la
corteza cerebral con modelos experimentales de ratón, cuya gestación
dura entre 18 y 19 días. Su formación es posible gracias a un
"fascinante proceso de señalización neuronal", en el que las señales no
se localizan en ningún punto, sino que las producen las propias
neuronas, ha afirmado Marín.
Según ha añadido, la construcción
del cerebro requiere que gran parte de las neuronas se desplacen y
extiendan sus axones hasta alcanzar su posición definitiva. Parte de
estas células neuronales que ya han nacido conforman una especie de
andamiaje y contribuyen a que las siguientes en nacer se sitúen en el
lugar adecuado.
Para ello, se crean "pasillos neuronales",
alrededor de poblaciones específicas de neuronas, en puntos
estratégicos, que permiten a las neuronas migrar hasta alcanzar su
posición final. En definitiva, los pasillos neuronales podrían
compararse a puentes que se tienden sobre ríos para permitir el paso de
las neuronas hacia la corteza cerebral. "Es un sistema que se construye
a sí mismo", ha sentenciado Marín.
Este complejo proceso de
migración neuronal se completa perinatalmente, mientras que los de
sinapsis lo hacen posnatalmente y hasta la adolescencia. La formación
de la corteza cerebral es uno de los procesos más complejos del
desarrollo del cerebro y comprender cómo se forma es crucial para
"identificar a medio plazo la causa real de enfermedades como la
esquizofrenia y el autismo".
Dentro de la corteza se está
constatando que los defectos en las interneuronas podrían desempeñar un
importante papel en la génesis de las esquizofrenias y los síndromes
del espectro autista.
Un porcentaje pequeño de la corteza
controla la actividad de las neuronas de proyección o piramidales (que
constituyen el 80 por ciento de la corteza) y que éstas se disparen y
dejen de dispararse en los momentos adecuados; también sincronizan la
actividad de las neuronas de proyección.
Y se sabe que la
sincronización en la banda gamma, que está mediada por las
interneuronas, falla en un porcentaje elevado de esquizofrénicos.
Asimismo, en otro reciente descubrimiento se ha comprobado que en un
porcentaje de niños el autismo está relacionado con la epilepsia, ha
destacado Marín.
A su juicio, las interneuronas tienen un papel
nuclear en la génesis de las esquizofrenias y los síndromes de autismo
y es una de las dos o tres hipótesis en estudio más plausibles en la
actualidad.
"Se ha subestimado el papel de la genética"
En
la génesis de la esquizofrenia el componente genético tiene un peso de
entre el 50 y el 70 por ciento y el ambiental, del 30 por ciento
restante; en el autismo, aún es mayor, del 90 por ciento, ha expuesto
Óscar Marín. Este neurocientífico ha admitido que "se ha minusvalorado"
y "subestimado el componente genético de estas enfermedades".
Una
de las circunstancias que pueden haber influido en ello es que la
esquizofrenia y el autismo no son enfermedades homogéneas, razón por la
que cada vez más la comunidad científica se refiere a ellas como
"esquizofrenias y síndromes del espectro autista" en plural. De modo
que las características y el origen multifactorial de estas
enfermedades han hecho más difícil la comprensión de sus bases
genéticas.
No obstante, se han identificado en torno a media
docena de genes asociados con las esquizofrenias. El grupo de Marín ha
estudiado el gen de la neurorregulina 1, asociada el desarrollo de las
interneuronas, que tiene un papel inicial en su migración. Asimismo, su
grupo sigue estudiando ahora otros genes, el DICS-1
(Disrupted-inSchyzophrenia) y TISC, y Beatriz Rico, científica también
y esposa de Marín, trabaja en sinaptogénesis.